Andábamos despacio demorando el encuentro dice un pasaje de Rayuela y conteniendo la respiración como si contemplara una tormenta en el paisaje o estuviera a punto de sumergirme en el agua fueron tus palabras.

¿Por qué se nos hace difícil la espera?

Sentimos que los días pasan lentamente y las noches se dividen entre el sueño real y el sueño de soñarte.

De día veo tu rostro por todas partes. Mientras sostengo mi taza en el desayuno te veo en la cocina preparando las tostadas.

Cuando voy al trabajo te veo al lado mío en el asiento del colectivo.

Si intento dormir, muchas veces no puedo conciliar el sueño porque tu rostro me persigue y logra perturbarme. Invento diálogos frente al espejo, te cuento cómo estuvo mi día y te pregunto cuándo te voy a ver.

Y a pesar de que no tengo respuestas, sé que en algún lugar tu alma me siente, me escucha y que quizás vos también estés frente a un espejo haciéndome las mismas preguntas.

A veces la espera me provoca ira y una especie de descontrol en mi mente que no sé cómo frenar, pero pasa… llega la calma, aun así todo vuelve a empezar y los días y las noches también vuelven a ser igual.