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Emprendedores
7 Dic 2019

El juego se transforma en una herramienta terapéutica divertida

A.L.E.T es un taller de juegos grupales que busca brindar herramientas para ayudar al desarrollo de las habilidades socio-emocionales pensado para niñas y niños de entre 5 y 11 años. "Son encuentros con características únicas: es educativo, terapéutico y es divertido", explicaron a Castelar Digital.
Colores, sonidos, canciones, mundos conocidos y por conocer, la imaginación está dispuesta para crear el escenario necesario para cualquier juego, y el juego es una herramienta para desarrollar al niño. A.L.E.T es un programa que basado en encuentros lúdicos grupales brinda un trabajo terapéutico para niños y niñas con dificultades conductuales o emocionales, trastornos conductuales como el déficit de atención, hiperactividad y el Trastorno Generalizado del Desarrollo. La familia, la escuela, el barrio y los amigos son distintos círculos de sociabilización, pero hay algunos chicos que necesitan una ayuda para completar esos procesos, allí actúan los profesionales de A.L.E.T. .

 

“A.LE.T genera un espacio de pertenencia y juego”


Lúdika eventos es una empresa radicada en Castelar que tiene como eje el juego. Dedicada a la animación de eventos, tanto para chicos como para adultos, lleva adelante varios programas que superan el entretenimiento y apuntan a lo educativo o terapéutico pero sin dejar de ser divertidos.
A.L.E.T significa Actividades Lúdicas Educativas Terapéuticas, “fue pensado para generar un espacio de pertenencia y juego para niños que generalmente por sus características conductuales no son incluidos en espacios de ocio como ser cumpleaños, en recreos y demás, por faltarles herramientas para hacer un abordaje asertivo con sus pares y a su vez enfocado al grupo para aceptar a quienes son diferentes”, señaló a Castelar Digital Gastón Medrano Espí, director de A.L.E.T. .

“Un proyecto para desarrollar las habilidades sociales a través del juego”


“Surgió como respuesta a las demandas de las familias que requerían de un espacio para chicos con dificultades conductuales”, señaló el vecino. El nacimiento de lo que hoy es Lúdika eventos se remonta al 2006 en Barcelona, España, donde Medrano Espí fue contratado por una escuela para llevar adelante actividades lúdicas que lograran disminuir las situaciones de agresión que se vivían en la institución: “en principio me dedicaba a eventos y animaciones infantiles pero me convocaron en una escuela del Conurbano de Barcelona donde habitan mayoría de extranjeros, africanos, asiáticos, también gitanos y latinos, donde había conflictos vinculares por las distintas culturas. Desde el juego empezamos a trabajar para disminuir las diferencias y el miedo a lo distinto y limar estas asperezas para que haya una mejor convivencia en el ámbito escolar. Esto me motivó a realizar un proyecto para desarrollar las habilidades socio-emocionales a través del juego, obteniendo mejoras en cuanto a lo vincular. Al haber distintas culturas la diferencia con el otro genera miedo. Aparece la discriminación. En lugar de silenciar estas diferencias se buscó enaltecerlas por medio del juego, ponerlas en conocimiento de todos, jugar a juegos de cada cultura con sus nombres originarios con el objetivo de comprenderse y conocerse más. El juego es cultura, un idioma universal. Todas las culturas conocen las escondidas, la mancha y las dinámicas que trabajan valores a modo de aventuras”, narró el especialista.

Esta primera experiencia lo llevó a perfeccionar el programa y desarrollarlo profesionalmente  en España donde colaboró con espacios terapéuticos entre 2008 y 2012. En 2013 regresó a Argentina y trajo consigo la experiencia de años de trabajo que puso a disposición de la población del oeste.
Encontró en la Sociedad Fomento Castelar, más conocida como La Salita (Almafuerte 2646), el espacio ideal para brindar los talleres y allí cada sábado a la mañana una quincena de chicos y sus familias se reúnen para jugar y aprender.  “A final de cada curso el programa A.L.E.T es sometido a evaluación por los chicos y por las familias, porque a través de las devoluciones se mejora  el programa. De esta manera se puede tener un termómetro concreto del trabajo que uno está haciendo y sobre el servicio que brinda. Me considero un servidor de las familias que acuden al taller. Esto hace que el programa vaya creciendo”, completó.

“cada uno tiene que reconocer sus dificultades y cuáles son los objetivos para superarlos”


A.L.E.T en La Salita consta de encuentros semanales interdisciplinarios que, durante el mes, se reparten en tres encuentros con los chicos y una cuarta jornada con las familias. El proceso comienza con una entrevista que se basa en la escucha activa para conocer al niño o niña y también a la familia, para conocer las necesidades y las herramientas disponibles. En el formato general de los encuentros se puede hablar de tres etapas, una primera instancia “afectiva y de integración”, en dónde se da lugar a juegos de acercamiento: “hay niños que no le gusta que los abracen, que les den la mano, otros que no saben cómo acercarse y es un trabajo muy ‘poco a poco’, rompiendo barreras, dando herramientas y acompañando en este proceso de acercarse, de mantener una mirada, de tener una escucha activa y tener una devolución. Es una estructura que por repetición o por las herramientas que vamos acercando se ve la mejora a lo largo del proceso educativo que vamos realizando”. La segunda etapa de la jornada se aplica la ‘ronda de superación personal’ en donde todos los participantes, niños, familia y terapeutas, proponen los objetivos a alcanzar: “es una parte muy linda, muy importante, cada uno tiene que reconocer sus dificultades y proponerlos como objetivos a trabajar para superarlos. Lo traducimos en idioma juego entonces cada uno dice ‘mi misión es escuchar más’, o ‘mi misión es prestar atención y hacer nuevos amigos’. Son objetivos puntuales que les cuesta reconocer y enfrentar pero está bueno que lo puedan manifestar en palabras. Mientras acontece vamos realizando refuerzos positivos de esa conducta esperable para que el niño sepa que estamos atentos. Luego, como etapa de desarrollo de la jornada se da el momento para el juego: “entramos en el desarrollo del encuentro con distintos juegos y desafíos a trabajar. Hacemos foco  en juegos que tengan que ver con la cooperación, porque aspiramos a que, como es un espacio de pertenencia, haya cohesión e integración de grupo. Son distintos desafíos en los que intentamos que ellos se sientan un grupo, juegan contra desafíos de tiempo o contra los terapeutas. Y surgen otros trabajos que son la espera, la escucha, dar tiempos a la palabra del otro. No se da de un día para el otro, es un proceso  en el tiempo”, explicó Medrano Espí. Los encuentros se complementan con una cuarta jornada dedicada a las familias en donde padres y madres se brindan a los juegos además de consultar y subsanar dudas y llevar a cada hogar herramientas para el desarrollo de los niños, y tarea para que cada miembro del grupo pueda continuar desarrollando las técnicas y aprendizajes en otros espacios de sociabilización: “la familia no solo trae al niño sino que se compromete a trabajar a lo largo de la semana con una libreta de objetivos, que tienen que ver con modificar conductas disruptivas y que hagan al niño cada vez más autónomo en actividades que necesita para desenvolverse mejor”.



¡Hay equipo!

El equipo de A.L.E.T está conformado por profesionales dedicados a la recreación educativa, la educación emocional y la psicología de los más chicos.

“La mirada está puesta en el refuerzo de la conducta positiva y la extinción de la negativa”


A diferencia de la educación tradicional, clásica, o de muchos otros tratamientos, el vínculo entre los terapeutas no se basa en el viejo sistema de premio o castigo, sino que sustentado desde la escucha activa busca destacar la conducta positiva sin dar valor o prevalencia a la actitud negativa: “La mirada del programa A.L.E.T.  está puesta en el refuerzo positivo de la conducta y la extinción de la  conducta negativa. Es un cambio de enfoque y paradigma de lo que habitualmente se da en la educación tradicional, donde todos tenemos el dedo puesto en señalar los errores del otro y cuando el otro lo hace bien dar por supuesto que hace lo que corresponde. Habitualmente cuando un niño está sentado bien y con una buena conducta, no le dirigimos la palabra, pero si grita y tira los lápices estamos con él, entonces lo que le estoy enseñando es que si grita voy a estar con él, pero si tiene buena conducta, no. Entonces nuestra mirada parte del lado opuesta: cuando el nene tira los lápices y grita nos dirigimos a otro y le decimos 'me encanta lo que estás haciendo, estas bien sentado y con los lápices ordenados’. Entonces estas reforzando la conducta esperada y mostrándole al otro nene indirectamente que lo que miramos y estamos potenciando es la conducta positiva, entonces por mensaje indirecto el primer nene también se ordena. Y ahí si tiene la atención, ‘excelente también, ahora estás bien sentado y con todo ordenado’. Es un poco re educar en nuestra forma de tratar de enseñar este cambio y conducta esperada”.

Terapéutico y divertido

Lúdika eventos, la empresa que sostiene A.L.E.T.  y otros programas, no es meramente un grupo dedicado a la animación de eventos, se especializa en el desarrollo de las habilidades sociales y emocionales por medio del juego con ausencia de pantallas. El eje es el vínculo entre los participantes, con dinámicas participativas e integradoras para el desarrollo de herramientas socio emocionales. Así como a A.L.E.T., Lúdika lleva adelante el programa La Hora Lúdika que se aplica en instituciones educativas de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano para fomentar la comunicación y relación de los chicos, en contra posición al aislamiento e individualismo que propician los dispositivos electrónicos, entre otras cosas. A.L.E.T. es la joya de la firma por el compromiso, dedicación y profesionalismo que demanda: “nos llena de orgullo, A.L.E.T. es ver la alegría de los niños, el cambio en su habilidad social, vemos la sonrisa, el abrazo con sus compañeros, el abrazo con nosotros, la alegría de la familia al ver que su niño va socializando en distintos espacios, viendo como ganan amigos, como ganan en el abordaje con el otro en una plaza, ver la emoción de los padres cuando esto va aconteciendo. El aplauso espontaneo al equipo terapéutico es la mejor paga que uno como profesional puede tener. Ese acto concreto y ver la alegría de los niños junto con la alegría de volver a cada sesión. Quizás el niño no tiene ganas de ir a la escuela, o al médico o a la plaza, pero cuando le dicen de ir a A.L.E.T.  se levanta con un resorte y viene con una sonrisa de oreja a oreja, a uno eso le da fuerza para continuar”, destacó el vecino.

“Nos llena de orgullo ver la alegría en los niños y el cambio en su habilidad social”


Música, risas, juegos, colores e imaginación, cada sábado a la mañana La Salita se transforma para ser el escenario de aventuras, desafíos, crecimiento y compañerismo. Las distintas corrientes terapéuticas le dan forma a A.L.E.T.  y se transforman luego de los trabajos en herramientas de sociabilización para los niños que lo necesitan: “aplicamos herramientas de educación emocional, de psicología y recreación educativa. Pero la principal herramienta de trabajo es el juego grupal.
Cada encuentro tiene un por qué y un para qué, pensado para lo grupal y para cada uno de los niños atendiendo a las diversidades de intereses que hay. Las dinámicas varían en función de los intereses y necesidades grupales e individuales, aumentar el autoestima, tener un momento de ‘esta es la mejor habilidad que manejo’ y tener mi momento para poder manifestarla. Tiene también características de animación, porque cada encuentro tiene su dinámica, su impronta, en donde la música está muy presente. La música marca la pauta del juego, ambienta y ayuda a estimular la creatividad y la fantasía. Son encuentros con características únicas: es educativo, terapéutico y es divertido”, finalizó Gastón Medrano Espí.

Entrevista: Gabriel Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas

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