"La música de las calles de Castelar" por Dante Pena
Ya he contado antes, delatando mi edad, algunas anécdotas que pintan el pasado en mi barrio. Mis sueños de pibe, mis anhelos, y mis frustraciones. Pero me gustaria invitar a quien lea estas líneas, a jugar un juego de imaginación y de sensaciones, escuchando en los diferentes sitios a los que haré mención , la música que siento en mi cabeza cuando, el cerebro traidor, reproduce para alimentar mi nostalgia, los colores de las diferentes zonas; y los ritmos que surgen de esos imperceptibles sonidos que son el conjunto de lo que nos rodea; que, lamentablemente pocos disfrutamos; inmersos en problemas y prisas, propias del frenesí de esta época tan poco romántica y tan materialista. Esos sonidos que al cerrar los ojos, nos permiten adivinar la hora, el día, y el momento del año que se vive en ese lugar especial que todos tenemos, (en mi caso Castelar); a través del sonido del viento, de los pájaros, de los pasos de los habitantes, del murmullo de los coches, y del eterno traqueteo del tren en la lejanía.
Calle Larralde ( Ex. Rauch ) Un ejemplo: Los invito a pasear lentamente por la calle Rauch a principio de la primavera, una tarde de sábado, escuchando el 1er. movimiento de la sinfonía nº 40 de Mozart, de Waldo de Los Ríos. O recorrer la avenida Gobernador Udaondo, en un día de lluvia, en auto, lentamente…mientras suena "killing me softly with his song" de Roberta Flack.
Imaginen un dia de finales de noviembre. Los chicos salen del turno tarde de los colegios. Los guardapolvos amontonados en el cesped de la placita De los Españoles.
Gritos de alegria mezclados con el ruido de las campanillas de las bicicletas que dan la vuelta a la manzana…Las madres sentadas en las puertas de las casas mirandolos disfrutar de la tarde, mientras desde la radio de un chevrolet 400 estacionado, se escucha "my girl" de The Temptations.
Pza. de los Ezpañoles Algunos me diran que eso ya no existe. Que es algo sepultado y olvidado. Que esos dias son parte de un mundo al que es imposible regresar. Pero en el mismo instante que yo deje de escuchar esa música, o que otros como yo, dejen de sentir los sonidos y olores del barrio para dejarse tentar por los logros del "mundo globalizado"; ese será el fin de un estilo de vida. El lugar especial que tuve el privilegio de disfrutar y que tanto añoro desde la distancia. Si me ayudan, puede que entre algunos nostálgicos y linyeras ciberneticos, hagamos que este sea un lugar especial, y que no se rinda a esa costumbre de "clonar" ladrillos y pensamientos.
Imaginen otra vez. Es invierno. Hace frío, y las primeras gotas de lluvia nos invitan a sentarnos en el interior de la pizzeía Noi, a tomarnos un chocolate caliente con medias lunas, mientras miramos como afuera corren los oficinistas y obreros que acaban de bajar del tren rapido, en la salida de la barrera. Muy suavemente de los bafles de la pizzería se escucha "muchacha ojos de papel" del flaco Spinetta.
Es sábado. Primeras horas de la noche. Verano a principios de los ochentas. Ninguna obligacíon y algo de guita en el bolsillo. La democracia recién estrenada hace que el aire parezca mas fino al respirarlo. Los amigos están reunidos alrededor del coche del que nos piensa llevar a bailar esa noche. Estacionados enfrente del "Surco Loco". De repente, a Oscar se le ocurre poner a todo volumen "otro muerde el polvo" de Queen, para atraer clientes. Risas y proyectos inverosímiles para esa noche que promete ser especial.
Mediodía del domingo. Cualquier punto de cualquier parte de Castelar. Columnas de humo delatan los asados. Familias reunidas en una mesa. Casas sin altas rejas, sin culotes de botellas encima de las medianeras. Vecinos que saltan de una casa a otra sin pedir permiso. Porque eso era lo normal antes. La alegria de los barrios y la mezcla de la ropa colgadas en las sogas de los patios. Los abuelos algo pasaditos de cervecita y sangría, cuentan anécdotas de épocas en las que no existían la televisión ni las pilas de las linternas. Casi al descuido, en una radio Spica con funda de cuero marrón claro suena un tango cantado por el polaco Goyeneche.
Alguno si lo desea puede sumar su música, sus recuerdos. Viejos como los mios, o de anteayer. Tristes o alegres. Asi Castelar, sus calles y sus gentes suenan de un modo diferente.
Lunes frenético. Histeria colectiva. Personas apretadas en el rapido Morón-Liniers-Flores-Once. Carreras para no perder el colectivo salvador que cierra sus puertas después de arrancar con chicos de uniforme colgados del estribo. El verdulero acomoda los tomates en el puesto enfrente de la salida del tunel del lado sur. Un Mercedes 1114 de la línea 136 se detiene para subir a una enloquecida manada de escolares que se cuelan irremediablemente ante los reclamos del chofer que esta distraido cortando boletos. En la radio del bondi se escucha la voz de Héctor Larrea en el programa "Rapidisimo" de Radio Rivadavia.
Viernes, ultima hora de la tarde. Fin de semana en el horizonte. En la esquina de Sarmiento y Santa Rosa, decenas de chicos y chicas toman helados en la recíen estrenada heladería Jamaica. Coches estacionados anárquicamante. Alguno hace sonar el motor "tocado" de un fiat 128 IAVA color anaranjado. Son los años ochentas. Hay ganas de cambiar todo. Las sombrillas de las mesas disfrutan en primera fila de las minifaldas de las quinceañeras. Una enorme radio Phillips pintada con spray rojo y azul escupe con desparpajo la voz de David Lee Roth en "Jump" de Van Halen.
Son flashes. Son momentos grabados en la memoria de todos los que nos cruzamos sin decirnos palabra alguna con cara de preocupados por las calles. Alguna mirada furtiva, cómplice. ¿Alguna vez nos animaremos a contar las cosas tal como las sentimos?. Hagan la prueba. Detenganse en medio del cruce de la barrera del tren de la estación. Detengan el tránsito de trenes y coches. Cierren los ojos e imaginen la música que deseen. Tiren todo a la mierda por un momento. Y muevan el cuerpo al ritmo de esos recuerdos musicales. Creen su propio videoclip. Su vision de ese Castelar que cada uno imagina en una determinada època del año. La que quieran. Y cuando crean que estan haciendo el ridículo abran los ojos. Puede que el milagro se produzca y logren ver que todos a su alrededor han compartido el mismo sueño. Y disfrutan de Castelar sin depender de modas, ni chips informáticos. Todos juntos por un momento, sintiendo la musica del barrio. Los sonidos de Castelar.
Desde Madrid, y con la musica a todo volumen mientras lavo el coche , los saluda:
Dante.