De mí para vos, de Gladys Morsan
A veces se me cruza pensar en qué recordarán de mí el día que ya no esté en este mundo. Y
creo que me conformo con que me recuerden como una buena persona.
Pero, en el fondo, hay sólo una persona que quiero que me recuerde de esa manera. Vos.
Ojalá, el día de mañana, puedas decir que tu madre, además de ser buena gente, logró ser una
gran mamá.
Si pienso en vos a futuro, me angustia un poco saber que no pudimos darte la oportunidad de
tener hermanos que compartan con vos la vida. Pero también sé que hice todo lo posible para
que fueras feliz en lo que de mí dependía, mientras ibas creciendo. Siempre fuiste y seguirás
siendo lo más importante para mí, pero también creo que pude transmitirte que, con el
tiempo, aprendí a priorizarme. Y eso tal vez sea lo más importante que quiero dejarte. Que
siempre persigas lo que te hace feliz, que nunca abandones tus sueños, que lo más importante
sean siempre la familia y los amigos.
Que nunca dudes en extender tu mano para ayudar a quien sea, sin importarte si es cercano o
no y que no interesa cuál sea la devolución del otro. No hay nada más lindo que seguir lo que
tu corazón siente, sin esperar nada a cambio. Años me llevó construirlo y quisiera que para vos
fuera más sencillo.
Que el trabajo, por más apasionante que sea, es sólo trabajo. Que ahí no está lo valioso e
importante de la vida. Que aprendas de mi experiencia, a no dejar la vida ni resignar el
disfrutar de un buen momento por atarte a las responsabilidades. Nadie es imprescindible,
pero lo es aún menos, en su puesto de trabajo. Que el dinero es importante, pero no te
garantiza la felicidad, aunque se es más feliz si se lo invierte en algo que te apasione.
Que viajar es una de las mejores maneras de conectarte con vos y con el mundo.
Que recorras el mundo y sus experiencias pero que siempre, inevitablemente, tu familia, tus
amigos y tu país sean el puerto de retorno.
Que el celeste y blanco lo tengas tatuado en el alma, independientemente del lugar que elijas
para vivir.
Que la tristeza nunca sea tan grande que un amor no pueda curar. Que abras tu corazón y lo
dejes entrar.
Te regalo mi manera de mirar a la gente, con empatía y sin prejuicios, sin miedo de sufrir y ser
lastimada, porque seguramente habrás aprendido, viéndome, a protegerte mejor.
Que un libro siempre es una buena compañía, pero que decir o escribir lo que siente te harán
más libre.
Que nunca te avergüence decir “Te amo” y demostrarlo. Que jamás, por ningún motivo, dejes
pasar la oportunidad de un abrazo o un beso, de esos tan necesarios.
Que nunca hagas lo que otro te diga, sin estar convencida de que son tus propios
pensamientos. Nadie debe elegir por vos, nunca. Y mucho menos yo.
Que mis ideas y acciones sirvan para inspirarte o motivarte, pero no permitas que sean
mandatos que te esclavicen.
Deseo que seas libre en todas las formas que la libertad ofrece. Y, si algún día, te mirás al
espejo y me ves reflejada en él, sea sólo porque decidiste vos tomar de mí, lo mejor que pude
regalarte.
Gladys Morsan
Alumna del taller de Analía Bustamente