Anabella Bonell: “Me genera curiosidad esa necesidad de transformarnos, de querer ser alguien más”
Por: Gabriela Sánchez.De niña permanecía mucho tiempo en su habitación rodeada de hojas y lápices copiando revistas pero sobre todo dibujando personas. Esta predilección se mantiene intacta desde entonces. Y hasta se podría decir que es lo que define sus trabajos. “Dibujaba como cualquier chico de esa edad, no tenía nada especial. Con los años mi interés fue tal que me la pasaba dibujando. Y más que nada la figura humana, yo no hacía otra cosa que no fueran personas. Recuerdo empezar a hacer dibujos a mi familia. Sentarme, tomar el hábito de hacerlo de manera constante, de tener dibujos por todos lados y copiar de revistas. En mi pieza tenía papeles, hojas borrador y lo hacía a mi manera porque no tenía a nadie que me guiara. A veces mi papá, que tenía algunas nociones porque le gustaban las historietas, cuando me veía me iba guiando un poco. Él nunca se dedicó a eso pero le gustaba dibujar de chico también. Después al ver mi interés por el arte me empezaron a mostrar dibujos de mi abuelo paterno. Él tampoco se dedicó a esto pero como ‘hobby’ copiaba retratos y cosas de revistas, encima antiguas. Era muy interesante. Conservo esos dibujos hoy en día”, compartió la vecina de Villa Tesei.
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En la actualidad también necesita una rutina o generar un ambiente propicio para crear. “Mi momento de trabajo es a la noche porque es cuando estoy más tranquila, más inspirada. Primero los auriculares y música de The White Stripes, Depeche Mode o Apparat. Eso es fundamental, yo sin música no puedo trabajar”, detalló y agregó: “Utilizo siempre acrílicos o esmaltes sintéticos y últimamente pintura asfáltica. La descubrí con el dibujo. Se usa con aguarrás, con thinner, y se logran distintas tonalidades como si fuera una tinta. Pero experimentando la empecé a probar sobre la pintura, primero sólo con la madera y después lo fui incorporando con el color y logrando distintos efectos. Se usa diluida y van generando distintas texturas y efectos sobre el color. En mi bastidor de madera voy poniendo planos de color, mezclas, y trabajo, a veces, con pincel, otras con espátulas o agarro tarjetas de crédito viejas, voy probando, me gusta trabajar mucho con las texturas. Cuando veo que va surgiendo alguna imagen, digo. ‘Esto me gustó’ y ahí, más con otra intención lo voy resolviendo. Pero principalmente, a mí lo que me gusta es eso. Experimentar con otras herramientas, mezclando distintos materiales, ver qué textura sale, esa carga de materia o, las transparencias por un lado, creo que esa carga expresiva es lo que a mí me gusta ver en mis trabajos”.
En la adolescencia Anabella pensó en estudiar Diseño de Indumentaria ya que se la pasaba haciendo ‘figurines’ de moda –dibujo de cuerpo humano para diseñar sobre él- hasta que se dio cuenta que no era lo que le interesaba ya que ponía más atención en las expresiones y en los retratos más que en el diseño. Por este tiempo, comenzó a ir a talleres de dibujo y pintura. La pintura a diferencia del dibujo fue todo un desafío. “Me costaba un montón el pincel. Los colores, la combinación, la mezcla”, recordó. Pasó por un taller “más bien tradicional” con una profesora y luego, en el Centro Cultural Leopoldo Marechal de Hurlingham con el artista Lapo Chirich fue “encontrando otras maneras de pintar más expresivas, donde había todo un descubrimiento de las pinceladas, de otras técnicas, de otros materiales, otros soportes, otras formas de componer y crear”.
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Finalmente se inscribió en la escuela de Bellas Artes Rogelio Yrurtia en Mataderos donde estudió para Maestra Nacional de dibujo primero y luego se especializó como Profesora de Artes Visuales con orientación en Pintura. “Tuve grandes profesores que me fueron guiando, ahí comencé a experimentar. Era algo más performático, salir del caballete y empezar a trabajar con otros materiales. Esa búsqueda nunca dejó de estar relacionada con la figura humana. Si bien había empezado a descubrir otras maneras, otras formas de pintar, dejaba todo librado al cuerpo, a la transformación del mismo”.
En 2017 comenzó a interiorizarse acerca del cuerpo y sus posibilidades de transformación lo que derivó en una ‘performance’, Transmutación, con una modelo que usaba unos trajes de su autoría en un lugar completamente ambientado con fotografías y piezas escultóricas. “Empecé a investigar personas que se van transformando, que se operan. Me empezó a generar cierta curiosidad el por qué la transformación. El por qué esa necesidad de modificarnos, de transformarnos, de querer ser alguien más. Desde lo más mínimo de ‘me tiño el pelo’, ‘me pongo un piercing’, ‘me tatúo’ o ‘uso determinada ropa’ hasta casos que he investigado de operaciones de ‘me agrego’, ‘me saco’ parte del cuerpo. Con toda esa información empecé a divagar e imaginar criaturas con distintas formas corporales y de eso salió un bello trabajo. A través de materiales más descartables como plásticos o nylon fui creando toda una estructura del cuerpo que generaba esas criaturas extrañas e iba jugando un poco con eso, con la forma, con el color, con las texturas armando con este material moldeable trajes que uno podía colocárselos y transformar, de alguna manera, su cuerpo”, comentó la artista que también ha participado de varias muestras tanto grupales como individuales. La más reciente, a nivel internacional, con dos obras en Flamantes, edición 14, un libro de artistas publicado en España en 2019.
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Además de pintar, Anabella Bonell dedica su tiempo a la enseñanza, es docente en escuelas y da talleres a niños y adolescentes en Hurlingham. “Descubrí algo muy lindo de trabajar con los más chicos. Creo que la imaginación y la creatividad que se tiene en esa edad son geniales para ir desarrollando la perspectiva, la percepción e ir experimentando. No están tan condicionados. Lo que pasa con los más grandes, sobre todo los adolescentes, es que cuando hacen algo si les parece que es algo que ‘No se parece a nada a lo que yo quiero”, ‘No es real’ o ‘No me salió bien’, ya lo descartan. En cambio, los más chicos te pueden hacer cualquier dibujo que para ellos es genial, todo es ‘¡Wow, mezclé tal color!’ ‘¡Mirá lo que pasó acá!’ ‘¡Calqué esto, se me traspasó tal cosa!’, ‘¡Recorté de tal forma!’, es todo un descubrimiento”, expresó.“El año pasado con la cuarentena, lo primero que me pasó cuando se cerró todo fue que dije ‘Me están faltando pinturas, cosas, ¿qué hago?’. Pero también, un poco al principio, no podía pintar, estaba como bloqueada y fue ahí cuando retomé el dibujo que dejé de hacerlo con la pintura. Traté de ir por otro camino. Siempre trato de no estancarme, si no sale algo o no funciona digo: ‘Bue, no será ese día, será el siguiente o se probará con otra cosa’. Si no te estancás y no hacés nada. El trabajo a su vez también te consume mucho, el año pasado y éste fueron bastante caóticos con las escuelas y demás. Y esto puede llegar a absorber bastante y hacer que después no agarres más un lápiz, que no tengas tiempo, que ya estés cansado, estresado. Yo me propuse que eso no me tiene que pasar, aunque me lleve más tiempo, lo haga poco, un ratito el fin de semana. Siempre hay que dedicarle un espacio al arte creo que es fundamental, con el arte digo al que le gusta la música, el dibujo, la pintura, la danza, el teatro, lo que sea, nunca hay que perder eso. Porque si no, ahí sí, no sería lo mismo”, concluyó Bonell.
Gabriela Sánchez
Periodista
Gabriela Sánchez es Periodista, egresada de TEA, especialista en cultura y rock. Se capacitó con profesionales roqueros como Alfredo Rosso y Sergio Marchi. Es vecina de Castelar con amplia experiencia en medios de la región y Colaboradora de Castelar Digital.