Biólogas de Castelar recorrieron la Patagonia buscando escarabajos
Por: Leandro Fernández Vivas.María Laura Libonatti y Soledad Méndez son Doctoras en Biología, recibidas en la Universidad de Buenos Aires. Antes, estudiaron en la Escuela Primaria 17 de Castelar y en el Colegio Secundario Manuel Dorrego de Morón. Hicieron el CBC en Merlo, en épocas del Centro Universitario de Merlo, para luego cursar la Licenciatura en Ciencias Biológicas en Ciudad Universitaria, a metros del Aeroparque y del Monumental de River, en la Ciudad de Buenos Aires. Sus gustos y conocimientos las llevaron a desarrollar diferentes especialidades por las que viajaron a distintas partes del mundo para completar sus experimentos. Así trabajaron en puntos tan alejados como Canadá y Polonia. En 2020 Libonatti, junto con la bióloga brasileña Gabrielle Jorge, encaró una colecta de insectos en la Patagonia, e invitó a su amiga Méndez para que la acompañara.
La Campaña Patagonia demandó más de 1000 kilómetros de recorrido en zona, la mayoría en rutas de ripio, y la utilización de trampas de luz, trampas malaise, redes y golpeteos para la captura de los escarabajos. Desde Villa Traful, al norte, a la Seccional Villegas, al sur. Desde Puerto Blest y la selva Valdiviana, a los fríos ríos Minero, Ñirihuau o el Ñireco. Con noches a la intemperie y mañanas a la vera de la Ruta 40. Castelar Digital pudo sumarse a la campaña y ser testigo fotográfico del trabajo de las biólogas.
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La Sociedad Entomológica Argentina publicó en su último boletín el relato sobre lo que fue el trabajo de campo realizado por el equipo de especialistas. Una narración en primera persona sobre los trabajos científicos realizados por Libonatti, Jorge y Méndez en la Patagonia durante más de diez días de enero de 2020. A Continuación un extracto de aquella narración (se puede leer completa en el Boletín de la SEA) y sobre este texto las fotos de Castelar Digital en la Campaña Patagonia.
Montañas, valles y lagos. Ríos, arroyos y mallines. La naturaleza en primer plano y uno de los destinos turísticos más convocantes de la Argentina. San Carlos de Bariloche, el lago Nahuel Huapi y toda la región aledaña encierran una belleza sin igual que ofició de escenario para una campaña científica.
Los Bosques Patagónicos se extienden como una estrecha franja sobre el macizo cordillerano desde el Norte de la provincia de Neuquén hasta Tierra del Fuego e Isla de los Estados. Ocupa la franja occidental de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz, y la franja austral de Tierra del Fuego. El clima es templado a frío y húmedo, con copiosas nevadas o lluvias invernales, heladas durante casi todo el año y fuertes vientos del Oeste. El clima se asocia también a la topografía, produciéndose un fuerte gradiente de precipitaciones de Este a Oeste y de temperatura de Sur a Norte. En esta región predominan los bosques altos (de 30 a 40 m de altura), densos, que alternan también con arbustales y bosques bajos. Hacia las zonas más xéricas del Este, los parches de bosques o de arbustos se encuentran en una matriz de estepa (Matteucci 2012).
Si bien se trata de uno de los biomas argentinos mejor conservado debido a la gran cantidad de áreas protegidas, su valiosa biodiversidad se ha visto afectada por la alteración de la dinámica de incendios, el reemplazo de bosques por pasturas para la actividad ganadera o por plantaciones de coníferas exóticas, la extracción de árboles nativos para utilización de su madera, y los usos urbanísticos y turísticos, que han generado contaminación del agua, acumulación de basura, desmonte para pistas de esquí, caza furtiva y extracción de piñones (Premoli et al. 2006).
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En el marco de un proyecto financiado por la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, recorrimos cientos de kilómetros en las provincias de Río Negro y Neuquén en enero de 2020, cruzamos tranqueras y nos sumergimos en mallines y arroyos en búsqueda de los coleópteros acuáticos que viven en los Bosques Patagónicos, con especial interés en los pequeños y poco conocidos scírtidos, también llamados escarabajos de pantano. El ciclo de vida de los scírtidos no transcurre totalmente en el agua sino que abarca varios estadios de larvas que viven en ambientes acuáticos mientras que el estado adulto ocurre en ambientes terrestres, generalmente sobre la vegetación cercana a los cuerpos de agua donde se desarrollan las larvas. Dado que las larvas se alimentan de materia orgánica en descomposición (que se acumularía si no existieran), cumplen un rol invaluable como recicladores de nutrientes en los ecosistemas acuáticos.Con base en San Carlos de Bariloche, visitamos diez sitios. El primer destino de la travesía fue el río Ñirihuau. Encerrado entre montañas, este río es un rincón de estepa patagónica que hace honor a su nombre mapuche: “cañadón de los ñires”. Las coordenadas de muestreo se ubicaban a más de 30 kilómetros del ejido urbano, por una ruta de ripio hasta llegar al punto donde el camino choca contra las aguas transparentes, frías y ruidosas del río. Allí trabajamos durante todo el día con redes acuáticas en distintas zonas inundadas linderas al cauce del río y en una zona arbolada sobre estos charcos instalamos una trampa Malaise. La trampa Malaise es una estructura similar a una carpa diseñada para atrapar insectos interceptados en vuelo, tanto de día como de noche, que no emplea ningún tipo de atrayente sino simplemente aprovecha el comportamiento natural de los insectos de volar o caminar hacia arriba cuando intentan escapar. En su intento de huida hacia arriba los insectos llegan hasta la esquina superior del dispositivo donde se encuentra el frasco colector y terminan cayendo al líquido fijador.
El segundo destino fue el mallín del Puente Romano, que se encuentra en cercanías del Puente Romano y aledaño al sendero Puente Romano-Mirador Tacul dentro del Parque Municipal Llao Llao. A primera vista y desde lejos, el mallín se observa como un inmenso claro de plantas graminiformes rodeado de un bosque en el que se destacan altísimos y corpulentos ejemplares de coihue (Nothofagus dombeyi). Al ingresar se aprecia su naturaleza de terrenos anegados. Aquí fue el primer lugar en donde hallamos abundante material de scírtidos, tanto de larvas acuáticas (con redes) como de adultos terrestres (con redes de golpeo), posados sobre árboles de ñire (Nothofagus antarctica) que se asomaban en los márgenes del mallín. Allí también instalamos una trampa Malaise, por un periodo de siete días, con la cual obtuvimos especies que no habían sido recolectadas con las otras técnicas mencionadas.
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Para continuar la colecta, nos trasladamos al tercer sitio, ubicado en Puerto Blest. Desde Puerto Pañuelo, en un rápido catamarán, recorrimos el brazo Blest, un sector del lago Nahuel Huapi de extrema belleza. En el destino, la selva Valdiviana se brindó en su esplendor. Húmeda, fría, de un verde intenso, se trata de un bosque sumamente tupido y distinto a los que se ven en otros entornos del parque nacional ya que el coihue se ve acompañado por especies típicas de selva, entre las que se encuentra el alerce (Fitzroya cupressoides). Allí nos internamos en una calurosa caminata por el sendero Río Frías, que corre paralelo al río homónimo de hipnóticas aguas color verde esmeralda. Tras recorrer más de un kilómetro a pie y varios intentos de recolección sin éxito en pequeños charcos y en La Turbera (cuya parte más accesible se encontraba seca), llegamos a un arroyo escondido entre la majestuosidad de la selva, el Arroyo Pangueco. Allí, recolectamos exitosamente larvas de scírtidos asociadas a cúmulos de hojas caídas. Además, instalamos una trampa Malaise, que fue retirada cuatro días después.El cuarto punto de muestreo fue cerca del Lago Guillelmo, en un arroyo sin nombre tributario de dicho lago, de aguas rápidas y muy frías, a 40 kilómetros del centro de Bariloche. Luego continuamos por la Ruta Nacional 40 hacia el sur hasta el quinto sitio ubicado en un arroyo próximo a la Seccional Villegas del Parque Nacional Nahuel Huapi, a medio camino hacia El Bolsón. La jornada no terminó allí. Antes de la caída del sol, regresamos a Bariloche, a la altura del kilómetro 14 de la avenida Bustillo, para montar una trampa de luz en lo que fue el sexto sitio de recolección del viaje: la Laguna Fantasma, así nombrada porque es un claro inundable que se llena de nieve en invierno, aparece como laguna en primavera (luego del deshielo), pero desaparece como tal en verano. En la oscuridad total de la laguna, la trampa de luz resultó un faro ineludible para varias especies de coleópteros acuáticos, siendo la familia Scirtidae la más representada por lejos. Llegamos a colectar más de 500 ejemplares de una única especie de Scirtidae (Pseudomicrocara antarctica) en sólo un par de horas
El próximo destino nos llevó al Río Ñirihuau nuevamente para retirar la trampa Malaise colocada el primer día y luego al séptimo lugar, el río Ñireco, a 10 km del centro de Bariloche, en cercanías del Complejo Recreativo Valle del Challhuaco. Aquí no pudimos alejarnos de la ruta para poder realizar una efectiva colecta dado que el río se encontró alambrado, incluso en su cauce.
Al día siguiente los trabajos de colecta se centraron en los horarios crepusculares y nocturnos. Instalamos una trampa de luz en el octavo sitio de muestreo: el mallín del kilómetro 12, así reconocido por estar ubicado justamente en el kilómetro 12 de la Avenida Bustillo. El mallín se encuentra detrás de una famosa cervecería y forma parte del atractivo del patio del local gastronómico. Gracias a la generosidad de los vecinos pudimos conseguir acceso al lugar mismo y a la electricidad necesaria para la trampa que, otra vez, brindó cientos de ejemplares de distintas especies. La trampa de luz se sostuvo hasta llegada la fría madrugada.
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Los destinos del día siguiente estaban ubicados al norte y al sur de Bariloche, desde Villa Traful hasta la Seccional Villegas, con un total de casi 400 kilómetros recorridos en una sola jornada. Primero nos trasladamos por la Ruta Nacional 237 y por un breve tramo de ripio de la Ruta Provincial 65 en sentido hacia Villa Traful para recolectar coleópteros de las aguas frías del río Minero (noveno sitio) y de las aguas transparentes del arroyo Blanco (décimo sitio), ambos tributarios del Lago Traful. Para finalizar el día, nos dirigimos a la Seccional Villegas donde colocamos una trampa de luz en la total oscuridad de la noche. El foco, invitación para insectos, también fue aprovechado por numerosos murciélagos para darse un banquete.
La campaña demandó más de diez días contando el tiempo de traslado y de muestreos, con un recorrido total de mil kilómetros en zonas rurales y de montaña del entorno de San Carlos de Bariloche. Poco tiempo después del retorno, la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia de COVID-19. Las medidas sanitarias implementadas para disminuir los contagios del virus dificultaron la organización de una segunda campaña y retrasaron las tareas de separación e identificación del material. De manera preliminar, es posible mencionar que se han hallado larvas y/o adultos de interesantísimas especies de escarabajos acuáticos de las familias Dytiscidae, Elmidae, Hydraenidae, Hydrochidae, Hydrophilidae y Scirtidae.
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Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.