Claudia Puebla, docente de la Escuela Nacional de Pesca
Claudia Susana Puebla, en la actualidad docente de la Escuela Nacional de Pesca de la Armada Argentina con asiento en Mar del Plata, es Radio Operadora Naval de Primera y General, carrera que estudió en la Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano”, también bajo la órbita de la Armada.
Nació en Castelar, provincia de Buenos Aires, el 1 de julio de 1961, siendo la menor de tres hermanos, y la última hija de una madre de 40 años que, como ella lo define, “era una mujer que en aquella época se consideraba mayor para tener un hijo”.
“En el barrio en el que yo crecí había una vecina, que vivía en la otra cuadra, que entró a la Escuela Nacional de Náutica para formar parte de la Primera Promoción de Comisarios Navales, y ahí es donde yo me enteré que la mujer también podía estar a bordo de los buques, que podía navegar, que podía conocer el mundo. Pero yo no pude ingresar entonces como comisario porque mi título secundario era de Bachiller y para ello era requisito el título de Perito Mercantil”, cuenta Claudia, y va ilustrando así sus primeras decisiones como mujer del mar.
“Entonces, la única opción para poder incorporarme a la Marina era ser comunicante. Y el 99 % de los que nos inscribimos no sabíamos de qué se trataba. Cuando yo me enteré sobre la carrera estaba terminando el último año de la secundaria, pero cuando lo dije en mi casa obtuve el rechazo de mi papá”, cuenta sobre la oposición de su padre en su decisión. “Entonces tuve que empezar la universidad, porque era menor de edad y necesitaba la autorización de mis padres para poder inscribirme en la Escuela Nacional de Náutica.”
“No tuve opción. Así que tuve que empezar la Licenciatura en Química en la Universidad de Morón, donde completé tres años, hasta que cumplí los 21 y obtuve la mayoría de edad”, cuenta, y en su mirada se reflejan las imágenes de lo que va contando. “Fui sola a la escuela, en la zona portuaria en Buenos Aires, al lado del Astillero Tandanor. Retiré todos los papeles de inscripción y me dieron los programas para estudiar y poder rendir. Cuando volví a mi casa, mi papá se enojó mucho conmigo”, cuenta entre risas, como recordando la rebeldía de los 21 años.
“Rendí todo, y con la preparación que tenia de los 3 años de la universidad no me resultó difícil el examen de ingreso”, así fue como, entre 1000 inscriptos, Claudia obtuvo el sexto lugar y se quedó con uno de los 25 lugares en el cupo para ingresantes.
“Cuando empecé la escuela, los primeros tres meses, mi papá no me hablaba. Nosotros teníamos régimen externo, así que a la tarde salía de la escuela y llegaba a mi casa, y él no me decía una palabra, estaba enojadísimo. Pero el día que recibí el uniforme para la jura de la bandera, el 20 de junio de 1982, mi padre fue a conocer la escuela y entonces se dio cuenta, porque habló con las autoridades, que realmente íbamos a ser oficiales de a bordo”.
CON RUMBO HACIA LA PROFESIÓN
“Egresé de la Escuela Nacional de Náutica Manuel Belgrano en diciembre del ‘85. El último año se hacía embarcado, y ahí yo ya estaba sola en mi puesto de trabajo, como ayudante de radio, en buques de la Marina Mercante. Ese año navegué la primera mitad para Líneas Marítimas Argentinas, y la segunda para YPF. Los primeros seis meses estuve embarcada en el buque ‘Chubut’ y con ese barco hicimos tres viajes al norte de Europa”, cuenta sobre su primer destino en el mar.
“Recuerdo la primera vez que pisamos suelo europeo, fue en el Puerto de Rotterdam, en Holanda. Hacía tantísimo frio que no había ropa de abrigo que lo calmara. Pisé la nieve y entonces miré a mi alrededor y pensé: ‘Nunca en mi vida hubiera podido estar aquí, si no fuera por esta actividad’”, narra, y denota en sus palabras el agradecimiento hacia su profesión.
“Desde la primera navegación nosotras demostramos a los varones que no éramos diferentes, y que el puesto lo habíamos ganado igual que ellos. Mi vida a bordo nunca tuvo privilegios. Y cuando preguntan ‘¿Cómo hacés para ser la única mujer entre 40 varones?’ la respuesta es ‘con esfuerzo para lograr la igualdad’”, asegura sobre el lugar que la mujer ocupa en los buques.
Claudia Puebla navegó a bordo de diferentes buques tanques y de transporte, como el “Ingeniero Huergo”, el ARA “Cabo de Hornos”, el “Capitán Constante”, el “Yaham” y el “Ceibo”, entre otros, siempre a cargo de las comunicaciones internas y externas, desde la radio, porque en aquel entonces no existía la telefonía satelital.
“Los radios”, como ella misma se define, “estamos bajo la ley 19.798, Ley Nacional de Telecomunicaciones, que en sus artículos 20 y 21 nos obliga a guardar estricto secreto sobre las comunicaciones que nos son conferidas, con lo cual nosotros solamente estamos ahí para operar los equipos”, explica acerca de la responsabilidad profesional que implica su función; y agrega: “Recuerdo estar contando los días para llegar a casa después de un viaje de tres o cuatro meses y que la empresa llamara para informarle al Capitán que lo desviaba y lo mandaba de nuevo para el norte; y escuchar la comunicación y que tus compañeros de tripulación te preguntaran ‘¿Qué dijo? ¿Vamos a casa?’. Pero nosotros los radios no podemos decir nada, hasta que no lo comunique el Capitán”.
LA ARMADA ARGENTINA Y UNA NUEVA OPORTUNIDAD
Claudia navegó 12 años en buques de pesca y los últimos 3 años a bordo fueron en unidades del Comando de Transportes Navales de la Armada: “Pero en 1994 el radio dejó de tener función a bordo, entonces yo no sólo me quedé sin trabajo, sino que además me quedé sin profesión. Eso implicó un bajón anímico muy grande, porque había invertido muchos años de mi vida en el mar. Cuando salí a buscar trabajo no tenía otra experiencia más que la de los buques”, empieza a contar, ahora ya no entre risas, sino con mucha emoción.
“Estuve seis meses sin conseguir ningún trabajo, así que agarré el auto que tenía y empecé a trabajar para una agencia de remises, y así me mantuve hasta que llegué a Mar del Plata buscando trabajo. Entonces, en 2005, por una causalidad de la vida, llegué a la Escuela Nacional de Pesca, donde necesitaban un instructor con mi especialidad”, cuenta sobre esa nueva posibilidad laboral que le estaba dando la Armada.
“En 2006 comencé a trabajar como docente de la Armada Argentina, primero como Radiotelefonista Restringido, después cómo Operador General del Sistema Mundial; luego en 2007 logré ser ayudante de docencia en la Oficina de Cursos Extracurriculares, y desde ahí en adelante me ocupé de los Cursos de Comunicaciones en la Carrera de Piloto de Pesca, Patrón de Pesca Menor y Patrón de Pesca Costera”, además de desempeñarse en los cursos de Operador de Radio para Telefonista Restringido y el de Operador General del Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítima.
“La Escuela Nacional de Pesca me salvó la vida, porque me volvió a conectar con lo que yo hice siempre, con lo que yo quería ser; me volví a sentir útil, sentí que todo lo que yo había estudiado y aprendido no había sido en vano, y que mi elección profesional había sido acertada.”
“Entonces…”, dice Claudia “mi mensaje a las mujeres que buscan el camino de la igualdad es que, como me enseñaron en la escuela, o quizás como le enseñaron a Eliana Krawczyk –uno de los 44 héroes del ARA ‘San Juan’–, una se la gana siendo igual, no buscando el privilegio; demostrando que la mujer puede tanto o más que el hombre. Porque la mayoría hoy en día llega a su casa del trabajo, y se ocupa de los hijos, de la casa y sigue hasta que el cansancio la vence, quizás de madrugada, y al otro día vuelve a empezar con ganas”, finaliza.
Fuente: gentileza de Gaceta Marinera ( www.gacetamarinera.com.ar ) para Castelar Digital