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Sociedad
13 Jun 2015

Tranvía de Ituzaingó: una historia sobre rieles

Un emprendimiento inmobiliario trajo al oeste un medio de transporte inédito para la zona. Hoy, a más de 100 años de su primer viaje, la tecnología permite tener al tranvía de Ituzaingó en la palma de la mano.
Morón, Castelar, Ituzaingó, todo el oeste era distinto. Pocas casas, pocas verdaderas calles y cientos de senderos de barro que comunicaban los centros urbanos, las estaciones de ferrocarril y las rutas con los barrios. Corría 1907 cuando nació uno de los barrios más emblemáticos de la vecina ciudad de Ituzaingó. Villa Ariza fue un emprendimiento urbanístico relacionado directamente a una tabacalera. Con la ayuda de un banco después y con el empuje de los vecinos, contó con un sistema de transporte poco conocido en la zona, el tranvía.

Una de las historias más anecdóticas, curiosa y a veces poco conocida de Ituzaingó es la de su tranvía. Con tres pequeños coches recorrió casi tres kilómetros en la zona norte de la ciudad para unir la estación con un nuevo barrio.

El empresario José María Ariza era dueño de una tabacalera e ideó una campaña de promoción que buscaba vender más sus productos. Con el acopio de 500 marquillas de la desaparecida marca de cigarrillos Rico Tipo el consumidor se ganaba los derechos sobre un lote del nuevo barrio a crearse a no más de 2 kilómetros de la estación Ituzaingó del Ferrocarril del Oeste, actual Sarmiento. El loteo del barrio del que Ariza era dueño se encontraba demarcado por las calles José María Paz, Lavalleja, Paysandú, incluyendo Los Portones de la localidad de Ituzaingó. El nuevo barrio se llamaría Villa Esperanza, según las autorizaciones de la Municipalidad de Morón que en aquella época gobernaba toda la zona, pero el negocio y el nombre esperanzador no prosperaron.

Uno de los principales factores por lo que los lotes no se adjudicaban era el difícil acceso desde las vías de transporte. La solución llegó sobre rieles.

La empresa de Ariza entró en crisis y el empresario debió vender su fábrica. Los lotes pasaron a manos de otra empresa privada y del banco Supervielle, el que buscó la solución para poder transformar la incipiente Villa Ariza en un negocio rentable. El banco dispuso entonces la instalación de un tranvía que uniera la estación del ferrocarril con el corazón del barrio.

En 1914 el Tranvía de Ituzaingó realizó su primer recorrido. Los lotes se vendían ofreciendo conexión directa con el centro de la Ciudad de Buenos Aires por medio del Tranvía haciendo trasbordo en Ituzaingó. Para el trazado del recorrido se instalaron rieles con pestaña tal cual el sistema tranviario de la Capital Federal y se compraron tres viejos coches de pasajeros que habían pertenecido a la empresa Anglo Argentina de Buenos Aires que habían caído en desuso en el centro porteño. Pesados pero fuertes, construidos en madera de roble y duros trenes rodantes, los tres coches, tirados por caballos, cumplían los servicios diarios.
El viaje comenzaba a metros de la estación de Ituzaingó y finalizaba en la terminal construida en las actuales calles de Defilippi y Lavalleja. Para retornar a la estación, sólo se cambiaba de lado el enganche del caballo. El recorrido era totalmente llano con una única obra de mampostería en la actual esquina de Olavarría y Alvear.
El viaje inaugural contó con acto oficial. El 24 de mayo de 1914 el Intendente de Morón Ernesto Grant fue el encargado de dar inicio a la vida del tranvía de Ituzaingó.
El recorrido, con una única vía, se realizaba por las calles Lavalleja y Defilippi, transitaba por Defilippi hasta Olavarría, de allí hasta Alvear, doblaba en Las Heras y se dirigía a la estación. Con los años, un vecino que contaba con una fábrica de ladrillos, Nicolás Defilippi, logró que se ampliara el recorrido hasta su depósito para así transportar ladrillos hasta el ferrocarril. La suciedad que dejaba la carga molestaba a los pasajeros por lo que se designaron zorras de carga exclusivas para las mercancías comerciales. Este nuevo transporte exigió que, además de los 150 metros necesarios para llegar a la fábrica de ladrillos, se dispusiera de un playón de descarga en la estación del ferrocarril.

En 1926 llegó la revolución en el servicio. La ya conocida “Compañía de Tranvías Ituzaingó” debía modernizarse de manera acorde al Ferrocarril del Oeste que había sido electrificado pocos años antes. Los mismos coches dejaron los caballos y se les instalaron motores de vehículos Ford T. La mayor potencia se tradujo en velocidad, confort, confiabilidad y capacidad de carga. Sin embargo, la imposibilidad de cambiar de lugar el motor como se hacía con los caballos llevó a que se construyera una plataforma giratoria frente a Ituzaingó para rotar los coches cada vez que se necesitara. Además, se realizó un sistema de vías en triángulo en el otro extremo del recorrido para también permitir que los coches volvieran hacia la estación.
Durante mucho tiempo el tranvía fue el medio de transporte elegido por los vecinos de Ituzaingó norte. Y esto le permitió sobrevivir al loteo y seguir funcionando mientras crecía Villa Ariza. Empero, las mejoras en las calles, en los vehículos y la aparición de los colectivos que además llegaban desde la Estación Castelar hicieron mermar el uso por parte de los pasajeros. Oficialmente el tranvía dejó de circular en 1937, pero hasta 1942 aún corría esporádicamente algún coche con pasajeros o carga.

El legado del Tranvía

Más de 100 años pasaron desde el primer viaje. Ariza dejó de ser una villa para formar parte de Ituzaingó y los autos y los colectivos se transformaron en los medios de transporte comunes en la zona. Pero aún hoy, soportando el paso del tiempo y del progreso, en la intersección de las calles Defilippi y Olavarría se conservan casi engullidas por el asfalto las vías del tranvía. Un pequeño tramo de pocos metros se aprecia en las llamadas Cinco Esquinas de Los Portones. El pequeño recorrido que aún se preserva se sumerge bajo las veredas de Defilippi que muestran en su mano izquierda un ancho notoriamente superior a las del margen derecho ya que respetan el trazado original de la calle, con la consideración del recorrido del tranvía por el lugar.

En el corazón de Ituzaingó sobre la calle Pirán el Museo de Ituzaingó “Clarisse Columbie de Goyaud”, dirigido por Rolando Goyaud, preserva infinidad de documentos y elementos que constituyen la historia material del pueblo de Santa Rosa, tal cual el nombre que le dio su fundador Manuel Fragio a la actual localidad de Ituzaingó. En su interior se encuentra la historia oficial del tranvía que incluye una maqueta en madera réplica de los coches originales del particular transporte.
Parte de la muestra del Museo Goyaud se presenta en el Museo Histórico Municipal de Ituzaingó, ubicado en Olazabal 855. Allí se puede apreciar por medio de sistemas de realidad amplificada virtualmente cómo era el tranvía y, casi literalmente, tenerlo en la palma de la mano: “Son más de cuarenta años de trabajo de mi papá”, explicó a Castelar Digital Gastón Goyaud, quien ofició de guía para este medio en el Museo Municipal. “La idea es ir rotando la muestra con el material del museo de Pirán. Son más de 5000 piezas, hay fotos, vestidos, audios, videos, mucho material”.

Por medio de un dispositivo desarrollado por la firma Virtual Dreams el visitante, portando una tarjeta en la mano y ubicándola frente al sensor, puede interactuar frente a una pantalla gozando de la realidad aumentada pudiendo ver el tranvía de ituzaingó sobre su mano con la posibilidad de girarlo y acercarse a él, ver la disposición del caballo o del motor, con reseñas históricas de la vida del tranvía. El mismo sistema permite conocer lo que fue el Puente Márquez, otro ícono de la zona y la vieja Estación Ituzaingó de la época en que el servicio aún era a vapor.

“Al museo vienen chicos, del jardín, del secundario, se organizan visitas guiadas. Se hace una recorrida acorde a la edad. Es un lugar de consulta zonal. El museo de la calle Pirán es más conocido y esperamos que este también lo sea. El otro es más vecinal y este es municipal. Los dos son gratuitos. La idea es que esto se propague, se difunda y se mantenga bajo la esfera de la municipalidad”, explicó Gastón.
Además del sistema que permite tener el tranvía en la mano, el museo cuenta con una pirámide holográfica que brinda en tres dimensiones la imagen del fundador del pueblo, Manuel Fragio, quien recibe a los visitantes y les da la bienvenida. Hacia el final del recorrido también se encuentra otro moderno dispositivo en donde por medio de un proyector y sensores el visitante puede elegir, mover, pasar y ampliar fotos del archivo mientras las visualiza sobre una pared.

“La idea también es clasificar todo el material, que se conserve en su mayoría en la antigua sede la Municipalidad, en la calle Ratti, e ir rotando la muestra en el Museo para que se pueda apreciar todo. Es mucho trabajo, hay mucho material, son 40 años de trabajo de Rolando Goyaud”, finalizó Gastón.
El tranvía de Ituzaingó ya no corre, pero su historia es parte del pasado de muchos vecinos y de uno de los barrios más conocidos de la zona. Sus coches no se conservan pero su legado puede ser consultado y encontrado en las calles de la ciudad vecina.

Fuentes: La Ciudad Web; Wikipedia; 24CON; Museo de Ituzaingó “Clarisse Columbie de Goyaud”; Museo Histórico Municipal de Ituzaingó.

Entrevista  y Redacción: Leandro Fernandez Vivas

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