Tulpa: “Estamos convencidos de cada palabra que cantamos”
Por: Leandro Fernández Vivas.Aunque sus integrantes fundadores son Romina, Darío y Rocío, desde hace dos años el grupo se consolidó con la llegada de Leandro, que sumó conocimientos musicales y una mirada nueva. “Tuvimos un año en el que no tocamos mucho, pero nunca dejamos de ensayar. A pesar de problemas personales o de salud, nunca dejamos de ensayar, eso es primordial para cualquier banda, para cualquier equipo de trabajo”, remarcó Rocío Fernández Vivas, ante las consultas de Castelar Digital.
La identidad sonora de Tulpa se forjó con una fuerte presencia andina, atravesada por el gusto por los ritmos criollos. “Queríamos abarcar otros estilos más latinoamericanos, con Cuatro Venezolano o instrumentos de viento de Ecuador. En los planes teníamos un montón, pero después te tira hacer una buena chacarera con vientos y charango”, contaron. Así, conviven en su repertorio el huayno, el tinku y los trotes, con chacareras, gatos y escondidos que se adaptan al circuito de peñas, donde el baile manda.
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El vínculo con el público se alimenta de la honestidad. Las canciones de Tulpa son propias en letra y música, con una construcción colectiva que respeta cada palabra. “En el último show que hicimos, sólo dos canciones no eran nuestras. Nuestras canciones serán simples en acordes, puede ser, pero están hechas desde cero, con la idea de uno y el aporte de otra. Ir construyendo desde lo más chiquito hasta que quede una canción que nos guste”, detallaron.
Desde el Oeste del Conurbano —Morón, Castelar, Ituzaingó, Merlo— Tulpa construyó una escena. “El público cuando va a ver a Tulpa encuentra cuatro personas que se conectaron hace más de ocho años a través de la música. Nos divertimos y transmitimos, siempre tratamos de dar un mensaje. Si no estamos convencidos de lo que decimos, no lo decimos. No cantamos letras que nos pasan por el costado. Estamos convencidos de todo lo que tocamos y cantamos”.
A lo largo de los años, el grupo realizó giras por el norte del país, vendió y regaló copias físicas de su primer disco y adaptó su producción a la era digital. Su primer álbum, Tulpa Folklore Latinoamericano, se grabó en 2020 gracias a un fomento del Instituto Nacional de la Música (INAMU). Se mezcló durante la pandemia y tuvo una tirada de 500 réplicas físicas.
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Hoy se preparan para grabar nuevo material. “No queremos grabar tres temas en un día. Vamos y grabamos uno solo, le ponemos mucho. Quizás uno con video, otro solo música. Queremos ir sacando canciones. Grabar hoy para sacar un disco en dos años no tiene sentido”, explicaron.
La apuesta actual combina lo artístico con la autogestión. “No ganamos un peso, es más lo que invertimos que lo que ganamos. Y si hacemos fechas, todo lo que recaudamos va para la grabación, para subir a Spotify, para grabar un videíto”. Con esa lógica, cada paso se convierte en una inversión artística.
La banda reflexionó también sobre el lugar del folclore en los medios y en la Zona Oeste. “El folclore siempre estuvo. El rock tuvo sus etapas, como la cumbia. El folclore no sale en la tele, no está en la radio, pero siempre estuvo. Los exponentes que se recuerdan son los viejos, pero hay un montón de músicos jóvenes que hacen folclore y no aparecen si no son hegemónicos para la tele”.
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En esa línea, sumaron una mirada crítica sobre los escenarios actuales. “Hoy Milo J está produciendo folclore y lo dice en entrevistas. Le preguntan si su influencia fue el rock nacional y él responde que más el folclore. Y que eso nos sorprenda demuestra que todavía no se valora lo que el folclore dio y sigue dando”.
“El Oeste siempre tuvo su espacio. Desde El Rodeo, entre Udaondo y Paso del Rey, el centro tradicionalista más grande de la provincia, hasta el Patio Santiagueño en La Matanza que se llena todos los fines de semana. En General Rodríguez hay comunidades con música originaria. El folklore está en el pueblo, aunque no llegue a los medios. Se le da poca identidad, se lo asocia solo a una guitarra, un bombo y alguien que baila, pero tiene mucha más vida. El folklore siempre fue contracultural. En los 70 no dejaban subir a Mercedes Sosa a los escenarios y Cafrune la subió, después no lo dejaron tocar por años. El folklore siempre estuvo del lado de la resistencia.”
Esa vigencia se expresa también en lo cotidiano. “Hoy en las plazas no se juntan a aprender a bailar rock, se juntan a bailar folclore. Hasta en los actos escolares termina sonando una chacarera. Hay algo ahí que nos tira a las raíces. El desconocimiento hace que uno no lo quiera, pero cuando lo conocés decís: ‘Che, esto habla de mí’”.
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Tulpa continúa construyendo un camino posible desde el folclore independiente, autogestivo y actual, con raíces profundas y una mirada contemporánea.
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Leandro Fernández Vivas
Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.