“Educar la mente sin educar el corazón no es educación en absoluto” - Aristóteles
Por: Gisela Pastor.Ahora bien, para comenzar me gustaría plantear ciertos interrogantes: ¿Cómo podríamos pretender que un niñx aprenda algo nuevo, cuando en su casa vive situaciones de violencia o atraviesa alguna situación familiar compleja? ¿Cómo suponer que podría prestar atención en la clase cuando el hambre no le permite pensar? ¿Acaso creemos que estamos enseñando a seres aislados de toda influencia?
Lo afectivo resulta un aspecto central que no debería desatenderse, ya que el aprendizaje está indefectiblemente ligado a lo que nos atraviesa como personas. Por tal motivo, los estudiantes no deberían pensarse como meros receptores de información sino más bien como personajes activos en lo que refiere al aprendizaje.
La educación emocional, suele quedar relegada, como si ésta no fuera igual de importante que los contenidos curriculares que "debemos" enseñar. Ahora bien, en este punto me animo a cuestionar: la educación emocional no se contempla solo por la escasez del tiempo o porque los docentes no están formados para ello? Si bien ésto abriría horas de debate, creo que es algo que no podemos desestimar, ya que no hablamos simplemente de una cuestión de voluntad del docente sino de falta de formación en educación emocional.
Pero más allá del rol docente, también somos responsables las familias y los adultos que acompañamos a las infancias, de proporcionarles a lxs niñxs las herramientas necesarias para poder abordar lo que sienten.
Además de poder hablar con lxs niñxs sobre lo que les pasa, podemos ofrecerles distintas alternativas para que procesen sus emociones. Cuentos, canciones, botellas de la calma o algún juguete relajante (como el tan conocido Pop It o alguna pelotita de goma), podrían servir de aliados o disparadores, para poder abordar junto a ellos, las emociones que atraviesan. Así no sólo estaremos aportando en el reconocimiento de las mismas y su puesta en palabras, sino que además estaremos colaborando, otorgándoles recursos para que sepan cómo afrontar lo que sienten.
Elegir el JUEGO como forma de abordar ciertos temas, siempre resulta ser una buena alternativa. Podemos ofrecerles masa para descargar, algo para dibujar o hasta incluso actividades más puntuales en donde se trabajen las emociones propiamente dichas. Aunque también ayuda mucho el ponerle palabras a sus berrinches (te sentís enojado? qué fue lo que te hizo ponerte así? tenés ganas de charlar sobre lo que te hizo llorar?) o el acompañar con lecturas referidas a las emociones, como mencionábamos anteriormente, para que ellos se identifiquen con lo que les sucede a los personajes.
Hay una frase muy representativa para dimensionar lo que he expresado hasta aquí, que dice: ¿De qué sirve que un niño sepa colocar Neptuno en el Universo si no sabe dónde poner su tristeza o su rabia? (José María Toro)
¿Por qué considero que esta frase refleja lo planteado? Nadie pareciera cuestionar que nuestros hijos o alumnos deben aprender las reglas ortográficas o la fotosíntesis. Sin embargo, los espacios para trabajar las emociones, resultan prácticamente inexistentes en las instituciones escolares. Así como también, los padres solemos preocuparnos por enseñarles a nuestros hijos “buenos modales”, pero no dedicamos el mismo tiempo a fomentar en ellos habilidades afectivas.
Si pensamos en la educación de lxs chicxs, resulta indispensable hacerlo de una forma integral, contemplando no sólo cuestiones cognitivas sino también afectivas y sociales. No obstante, ésta no pareciera ser la concepción que prevalece al momento de priorizar los contenidos escolares.
No se trata sólo de centrarnos en aquellas habilidades o conocimientos que precisan alcanzar para pasar de curso. Como adultos debemos brindar además diversas alternativas a los niños para que puedan reconocer sus emociones y contar con las habilidades necesarias para saber qué hacer con lo que sienten. Ésto resulta central trabajarlo desde la familia y en el ámbito escolar, así como también en otros espacios que habiten los niños (clubes, centros culturales, etc.).
El aprender a reconocer lo que les pasa y saber cómo sobrellevar lo que sienten, sin duda, debería ser un aspecto central en la enseñanza de lxs niñxs. Solo así podremos lograr que las nuevas generaciones crezcan, identificando lo que les pasa y empatizando con quienes tienen a su lado.
Ojalá que en algún momento, dejemos de poner solo el foco en los contenidos curriculares y los resultados académicos esperados, para comenzar a considerar verdaderamente el desarrollo integral de lxs niñxs, con todo lo que ello conlleva.
Gisela Pastor
Lic. en Ciencias de la Educación (UBA)
Gisela presenta, a través de su Instagram (@juegosenaccion), diversas propuestas recreativas y lúdicas para que lxs niñxs aprendan jugando con alternativas sustentables. Allí ofrece además diversas guías de actividades para las familias, docentes u otros profesionales que trabajan con las infancias para que puedan innovar sus juegos.
Actualmente desarrolla un taller de juego en la Escuela Ntra. Sra. del Rosario de Pompeya y otro en la Escuela de Arte "Arlequines" en Ituzaingó, a la vez implementa una ludoteca rodante con propuestas de juegos para niñxs con grupos reducidos (en las casas).
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