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Sociedad
28 Mar 2021

Colegio histórico: El Rancho de Castelar Sur cumplió 52 años de vida

Por: Leandro Fernández Vivas.
Es el colegio más grande de la ciudad y el único con apodo. Nació por iniciativa de los vecinos y compitió directamente con el Dorrego de Morón. “No es un apodo que denigra, es un apodo en sentido de pertenencia”, dijo un ex alumno y ahora profesor de la Escuela 21 'José Hernández'.
La esquina de Aristóbulo del Valle y Pasteur se presenta con veredas altas y árboles añejos. Pero en la década del 60 esa zona apenas tenía un puñado de casas y las calles asfaltadas eran una excepción. Poco actividad comercial, casi sin tráfico y apenas los chicos del barrio jugando en la calle. Sólo una cuadra la separaban de la ya transitada Avenida Zeballos que lucía aún el escudo de la Ruta 7. Aquella esquina que miraba hacia la Base Aérea de Morón, un día de marzo se transformó en el eje de alegrías y aplausos de todos los vecinos del barrio. El 29 de marzo de 1969 nació el Colegio José Hernández.

La escuela secundaria pública más grande de Castelar está de festejo. Supo tener más de 1000 alumnos, varias carreras y orientaciones y sigue manteniendo un status único: tener un apodo que superó en popularidad a su propio nombre. El Rancho festeja 52 años de historia.

Su historia comenzó como un sueño de los padres y madres del Jardín Nº1, actual 901, y la Escuela 17 con la intención de generar una continuidad educativa que no obligara a los chicos a irse a Morón u otras localidades a estudiar.

Según publicó en sus redes sociales el Instituto y Archivo Histórico de Morón, el colegio fue fundado el 29 de marzo de 1969 pero comenzó a gestarse a mediados de la década del 60: “La tarea fue llevada a cabo por la comisión Pro-Escuela Estatal, integrada por vecinos e instituciones de Castelar y teniendo como presidente al señor Moisés Bursztyn; más tarde la comisión se transformó en la primera Comisión Directiva de la Asociación Cooperadora del colegio. La secundaria comenzó funcionando con 3 aulas en el turno de la mañana”.

Su pequeño espacio inicial y por estar alejado de la estación en una zona inundable, desde otros colegios, principalmente desde el Manuel Dorrego de Morón, se lo empezó a llamar de manera despectiva aunque el apodo no generó el impacto negativo y fue adoptado por sus alumnos y docentes. El Rancho fue el apodo que lo identificó y con el que lo conoce el barrio. La primera promoción de Bachilleres se recibió en 1973 y la de Perito Mercantil lo hizo en 1975. Hacia fines de los 80 alcanzó su record de matrícula superando los 1100 alumnos en los tres turnos, incluso el vespertino que era el más solicitado.

Los cambios en la educación a nivel provincial, las modificaciones en la estructura de la escuela secundaria, orientaciones y alcances, la creación de otras escuelas públicas y privadas a raíz del crecimiento poblacional de toda la zona lo han cambiado pero sigue siendo El Rancho aún con sus 52 años. El Profesor Mauro Guerra enseña educación física y tiene varios cursos a su cargo, tiene además el orgullo de haber hecho el secundario en las mismas aulas donde da clases: “era todo un suceso ir al Rancho en Castelar, es un colegio icónico. Junto con el Dorrego de Morón son los más emblemáticos. Me es ineludible decir que fue una época hermosa. La adolescencia, el secundario, fue una etapa hermosa”, contó el docente a Castelar Digital.

Guerra cursó el Polimodal desde el 2000 al 2002. Se trató de un programa experimental aplicado a fines de los noventa que transformó a la primaria en Educación General Básica (EGB) y la extendió a nueve años, recortando la secundaria a sólo tres. Ese período coincidió con la crisis del 2001 y todas sus consecuencias. Pocos años después se modificó el sistema que volvió a un formato similar al clásico. “Cuando uno es adolescente es inconsciente y no toma dimensión de lo que sucedía a nivel socioeconómico en el país. Mi familia sintió la crisis, el 90% de Argentina sintió la crisis, fue una época difícil. Y el experimento del polimodal era todo raro, fuimos la segunda camada de polimodal. Empezamos la secundaria con 15 años”, recordó el ahora profesor, pero de sus años de estudiante también destacó otras cualidades: “fui bastante quilombero en el colegio, fuimos, me acuerdo miles de anécdotas. De los profesores me acuerdo también, de Petete Bernardini de fisicoquímica, de Viale de inglés. Tuvimos profesores muy buenos y tuvimos muy malos. Siempre te encontrás con buenos y malos como en todo ámbito de la vida”.

El colegio actualmente cuenta con biblioteca, con dos laboratorios, una sala de video y computación, un amplio predio dedicado a deportes y un gimnasio cubierto donde habitualmente se realizan las prácticas de educación física, o al menos así se utilizó hasta la llegada de la pandemia. Además, en 2019 abrió su propia sala maternal exclusiva para hijos de sus alumnos siendo el primero en la región con esta cualidad.

Mauro Guerra tras egresar en 2002 inició el profesorado de Educación Física en el Colegio Estrada de Ituzaingó y casi 20 años después regresó al José Hernández pero ahora para dar clases. “Tomé horas en 2018, no había vuelto al colegio desde que egresamos. Si había pasado por la puerta muchísimas veces como vecino pero nunca había vuelto a entrar. Fue terrible encontrarme con el colegio, fue raro, mucha nostalgia, porque el colegio está igual, hay sólo una escalera que es nueva. Fue revivir todo lo que viví, el mismo cuerpo pero con 17 años más, distinto. Me encontré con El Rancho desde otra mirada, ya no era ese adolescente bardero, ahora estaba el profesor. Y en este colegio educación física es distinta, porque si bien es una materia habitualmente menospreciada, el Rancho y el Dorrego son los únicos colegios en el municipio con orientación en Educación Física. Fue volver a tu lugar que era de pertenencia y desde otra mirada, siendo más adulto, siendo docente. Fue nostálgico, pero ya me acostumbré, dejé al alumno y soy el docente, pero esa adaptación me costó varias clases, les repetí varias veces a todos ‘yo fui alumno acá’. Nunca me imaginé ser docente en el mismo colegio donde fui alumno, pero es una hermosa experiencia”, completó.

Hoy el José Hernández está con su matrícula disminuida y ante la pandemia y los protocolos muchas de sus clases se brindan de manera virtual o en burbujas intercaladas por lo que el sonido de aulas repletas aún no se volvió a escuchar. Empero, la esquina de Aristóbulo del Valle y Pasteur volverá a ser el punto de encuentro y celebración de los vecinos cuando el 29 de marzo alcance sus 52 años de existencia como el Rancho: “Si lo nombras como José Hernández lo conocen pocos. Si lo nombras como Escuela 21 no lo conoce nadie. Si decís El Rancho lo conocen todos. Es el sentido de pertenencia de los alumnos y de los profesores. Al que no es de la zona le decís formalmente Escuela 21 José Hernández y al que ya conoce, el vecino, le decís en El Rancho: ‘¿Dónde votás? en el Rancho". No es un apodo que denigra, es un apodo en sentido de pertenencia. Es mi colegio y es El Rancho, no me ofende en absoluto. Es como bosteros y gallinas, es un apodo que marca la pertenencia”, finalizó el Profesor Guerra.
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Leandro Fernández Vivas

Leandro Fernández Vivas

Periodista

Técnico Universitario en Periodismo.
Director Periodístico en Castelar Digital.
Socio Fundador de Ocho Ojos.

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