Heladería Flores de Haedo: “Es un orgullo que la gente se reconozca en este lugar”
“La heladería la inició José María Braga en 1965. En el año 60 estuvo en el andén de la estación de Flores, pero el jefe del ferrocarril le dijo que no podía haber una heladería ahí. Como era de Haedo, se vino para acá, compró y arrancó. Un amigo le regaló el cartel y le preguntó qué nombre le ponía. José le contestó: ‘ponele el que quieras porque la gente viene por el helado, no por el nombre’. Y le puso Flores, para que todos supieran de dónde venía”, recordó Juan Francisco Brandan, quien hoy lleva adelante el negocio.
Su historia personal también está ligada a la de la heladería. “Mis padres eran albañiles y yo también. Mientras trabajábamos en la casa de José me preguntó si quería ayudarlo, porque estaba cansado. Me ofreció trabajar los fines de semana. Yo estaba acostumbrado porque en la semana trabajaba afuera y el fin de semana construía mi casa. Probé, pero como era chico extrañaba la reunión familiar y me fui. Al tiempo me volvió a llamar, no quería enseñarle a nadie más. Como dice el dicho: el que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen. Volví y nunca más me fui. Él me quería como un hijo”, relató.
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Desde hace más de 30 años, Brandan forma parte de Flores, ahora acompañado por sus hijos y su yerno. Incluso avanzó en la compra del local a las herederas de Braga para asegurar la continuidad del lugar. “Cuando José falleció, los clientes y los vecinos nos dejaban cartelitos, mensajes, pedían que no cerremos. Es una heladería de barrio, de familia, y por eso la quieren. Es parte de ellos, es parte de Haedo”, afirmó.
El sabor más pedido no admite discusión: “Siempre es dulce de leche y alguna fruta. Tenemos los clásicos: melón, frambuesa… No hay tramontana ni gustos modernos. Los vecinos traen amigos y conocidos a comer el mejor helado. Y hasta nos preguntan qué sabor llevar. Son distintas generaciones que crecieron con esta heladería”, explicó.
El negocio nunca necesitó publicidad. “Siempre fue de boca en boca. La gente nos recomienda. Nos cuentan que venían con sus abuelos o con sus padres. Se vienen de otros lugares porque conocen la heladería. Para mí es un orgullo. Te dan ganas de seguir haciendo las cosas como siempre. Una vez tenía que preparar una vainilla y me sentía mal, no la hice porque sabía que iba a salir mal. Hay que ponerle ganas de las buenas, y eso te lo da la gente”, contó Brandan.
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A lo largo de los años, la heladería también sumó anécdotas que la convirtieron en ícono de Haedo. Desde un grafiti que los vecinos defendieron como homenaje hasta el cartel que fue hecho por un cliente. Y aunque cambiaron el piso o el mostrador, lo esencial no se tocó: “Los helados siguen siendo artesanales. Los hacemos nosotros, con leche, con crema, con huevo, con frutas. Voy al mercado, traigo la fruta madura y hacemos el helado. Es la receta de Braga, la misma de siempre”.
La Heladería Flores sigue siendo más que un comercio. Es el lugar al que muchos regresan como a una casa. “Acá se encontraban los vecinos, algunos venían solos. Es una tradición que se transmite. Hoy me emociona ver que los hijos y los nietos de quienes venían antes siguen viniendo. Eso nos da fuerzas para mantener todo como siempre, porque Flores ya no es solo nuestra, es de Haedo”, cerró Brandan.
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