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Sociedad
4 Sep 2013

Mezclando arte para darle vida a la literatura

Es escritor pero se codea con el diseño, la imagen y varias otras ramas del arte. Creó la novela digital "Un día de vida" que consta de afiches, texto, música, web y video. "Quiero hacer arte universal, sin rédito, para todos", dijo a Castelar Digital.
Nacido en un hogar colmado de literatura y escritores argentinos, Fernando Lozano supo plasmar su gusto en el arte y mezclar nuevas tecnologías con las disciplinas más clásicas. “Un día de vida” es su mayor obra, una novela que comienza con afiches pegados en distintos rincones de la Ciudad de Buenos Aires y continúa en la web con textos, música y videos.

Lozano no está solo, lo acompaña una troupe de artistas que se dedican al comic, al graffiti, y a otras disciplinas, principalmente, visuales. “Arranqué el 19 de julio de 2012 con el primer capítulo. Pero se viene gestando hace un montón. Me di cuenta que la literatura me aburre. Me gustan más las películas, aunque el mejor arte de todos sea la literatura. Mezclé entonces cuatro artes, que es una idea ambiciosa, pero así soy: curioso, con mucha capacidad de asombro. Creo que si estimulás al resto, esta buenísimo. Un afiche, un tema, un video, es obvio que el cerebro funciona, hay que activarlo”, destacó Fernando Lozano ante las consultas de Castelar Digital. “Conocí a una chica con la que me pasaron cosas anecdóticas; conocí gente, artistas plásticos… me di cuenta que sabía un poco de todo y algo tenía que hacer con esto”, completó.

“Un día de vida” se trata de una novela digital de “asimilación veloz”, según reza en su página oficial, pero uniendo elementos antagónicos, como ser el papel de los afiches con los formatos digitales accesibles desde computadoras y teléfonos. Las cuatro artes que atraviesa son “escritura en la novela, la imagen estática en los afiches, la música y la imagen dinámica en las videoentrevistas”. “Son 23 capítulos basados en una frase disparadora, la misma que se encuentra en los afiches. La idea fue llevar a la calle la literatura en tiempos de mucho arte audiovisual, darle un marco divertido”, destacó Fernando en la entrevista.



Su casa muestra distintas aristas de su personalidad: comics, afiches de Star Wars y Volver al Futuro se acomodan junto con libros. El cigarrillo es un compañero ineludible, casi como si se tratara de una característica común entre muchos escritores. “Mi viejo es licenciado en Letras. Mi mamá, maestra. Siempre hubo mucha lectura en casa. Uno tiene un bagaje atrás que te va comiendo la cabeza, después por tema de gustos uno termina en la Facultad de Filosofía y Letras”, resumió sobre su formación.

Si bien nació en Haedo, siempre vivió en Castelar. Cursó sus primeros estudios en dos colegios, en el primero lo echaron por mala conducta: “por revoltoso, curioso, metódico, no sé si inteligente, pero cuando me gusta algo me meto mucho”, explicó. Después un gran crecimiento le llegó de la mano de su padre quien decidió cambiarlo a un colegio bilingüe alemán de Hurlingham. “Me abrió el mapa viajar hasta allá, irte de tu casa y ver cosas nuevas,  otro barrio, es diferente, ves otras cosas”. Este mismo colegio contaba con taller literario y allí pudo por primera vez desarrollar su gusto a partir de la creación. “No me acuerdo cuándo fue mi primer escrito, recuerdo sí un concurso zonal. Escribí un cuentazo y gané. Fue lo mejor que escribí a la fecha, creo. Tiene mucha frescura. No tiene filtro”, rememoró.

“Para alguien que estudia literatura lo principal es saber observar. Creo que es lo más difícil. Saber retener lo mejor y saber encausarlo: el olor, lo que escuchás… y vas tejiendo redes que confluyen en algo. Es re complicado. Por eso cuesta tanto escribir. ¿Qué palabras poner, qué representar”?, se explayó.

El cambio de colegio y sus gustos artísticos lo llevaron a tener pocos amigos en Castelar. “No conozco a nadie, lo normal digamos”. Empero, a través del fútbol y otras actividades netamente barriales conoció a muchos de los artistas que lo acompañan en sus proyectos: “jugando a la pelota conocí a los mejores diseñadores modernos. Está en uno la búsqueda y también la suerte. Leonel Santa Escobar y Ka Jum, chicos de La Plata. A Leo lo conocí jugando al fútbol”.

Cada capítulo de “Un día de Vida” lleva la firma de un artista o diseñador, acto que se dedica al perfil gráfico de la obra. “El diseño de los capítulos que ya salieron los hicieron Leonel Santa Escobar, Nicolás Cuello y Ka Jum que son diseñadores gráficos; después, Roger Bones, que es diseñador de páginas web; el quinto afiche lo hizo Iván Caballero, tatuador del estudio de True Till  Death… al tatuaje hay que levantarlo más como arte y no tanto como moda; después Melón que es graffitero; luego Facundo, un pibe de la escena hardcore que era empleado de un bar;  después vino Julián Vadalá, diseñador y músico, una gran influencia para mí en todos los sentido; Jit Martínez, diseñador gráfico, hizo ese bello unicornio baleado; finalmente Napoleón Vuelaenpartes, también diseñador, a quien contacté por un conocido y por internet”, rememoró.
“Un día de vida” nació hace muy poco pero busca trascender más allá de la zona y el país. Si bien no es la primera novela digital, busca sí destacar por la fusión y mixtura de disciplinas. Cada capítulo nace con una frase, una idea: “Yo le paso la frase al artista, me lo presenta gráficamente y sale, primero el afiche y después la web con dos horas de diferencia. Se trata de salir paralelo. En realidad se iba a llamar “Un día en la vida”, por un tema de The Beatles. Pero cambió porque el dominio ya estaba tomado. Son 23 capítulos porque son las horas del día. 23 horas porque somos imperfectos: es tan perfecto el esquema de la novela que tiene que tener una falla. La mayoría de los artistas son argentinos jóvenes que no son de museo, es una idea argentina, quiero demostrar que en la Argentina se pudo hacer algo buenísimo. Demostremos a los que vean de afuera que se hizo acá”.

La idea de la novela conlleva a que el material se publique en la web y en Capital Federal. Con la llegada a la Ciudad de Buenos Aires se busca que tenga un alcance “universal”. “La novela no tiene nombres propios, ni de personas, ni de calles, ni un lugar famoso. Es universalismo en el arte. Por eso en Capital, pasa gente del sur, del norte, del oeste, del extranjero. En Castelar no. Para que la comprenda todo el mundo y que la cultura sea universal, que es lo que no logran los libros, me meto con Internet que llega a todos.  Los capítulos son de 2 a tres páginas, corto ¿Para qué más? Si no, se aburre el que está leyendo. Que sea como una trompada al pecho, son estilos de escritura. Los afiches hacen que los lean cada vez más gente”.

La novela se la puede seguir a través de la web  undiadevida.com en donde se publican los relatos, los afiches y los videos. Aún no hay otras obras de Lozano publicadas, según explica. Esto responde a que para él realmente es un hobby. No lo hace por necesidad, sino por placer. “Blog no tengo, nunca los entendí y te leen tus amigos. Siempre aposté a las páginas de otros. Escribí críticas literarias, de cine y de música. Si tengo ganas lo hago. Si no, no lo hago. Es un hobby para mí, por eso no soy constante. Lo bueno es que el otro día, en una red social, me dijeron `qué bueno lo que escribís`, o vos sabés que está bueno lo que escribís. Hay respeto al escritor. El intelectual tiene que bajar un poco. A mí me gusta juntarme hablar y cosas así”, argumentó. Y finalizó, “seguir haciendo arte de manera universal para todos. Sin buscar rédito”.

Web: http://undiadevida.com/
Facebook: https://www.facebook.com/undiadevida

Entrevista: Gabriel E. Colonna
Redacción: Leandro Fernandez Vivas
Fotos: Gabriel E. Colonna y Fernando Lozano
Video: Tobias Tosco

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