“Cuando veo un canasto en una película, me tiro y pongo pausa. A veces, me preguntan, ‘¿pero, por qué parás?’, y les respondo, ‘porque ahí hay un canasto’. A lo mejor me resulta conocido pero me gusta investigar, saber, mirar qué forma se usó, averiguar de qué país es, qué elementos tienen allí”, explicó Betty Siri, maestra artesana de Ituzaingó dedicada a la Cestería botánica, artesanía urbana que utiliza yuyos - residuos verdes de poda de jardines y plazas de la ciudad - , para la elaboración de objetos para la vida cotidiana.

La anécdota es una muestra de la pasión que tiene por la actividad, que inició hace años y que al día de hoy, continúa enriqueciendo con nuevas técnicas, materiales y diseños. Incluso, la ha llevado a contactarse con artesanos de otros países como, por ejemplo, España. “Ellos trabajan el esparto, le dan muchísima importancia a cultivarlo, sembrarlo y demás. Es un yuyo que acá no tenemos y que allá crece, son unas varas muy finitas y flexibles como si fuera un pasto verde de medio metro que hay que dejar secar, machacar y se hacen atados”, comentó entusiasmada la artesana que ha dictado talleres por mucho tiempo pero que, últimamente, sintió la necesidad de abocarse a la producción de artesanías.

"La gente, en general, quiere copiar, imitar. Lo que me pasa a mí es que cada tanto necesito volver a una etapa de producción, que no significa de producción en serie sino más artística”, compartió y agregó: “Yo les digo a quienes vienen al taller, `que no copiemos´. No hay que imitar tanto sino ¡todos los canastos van a ser iguales! Yo tengo que pasar lo que aprendí por mi creatividad, por mi cabeza, para que salga algo diferente y propio. `Dibujá canastos, soñalos, inventalos’”, sugirió la vecina de Ituzaingó.

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Durante este tiempo, además, se incorporó a Origen Delta, un grupo de trabajo que conoció en sus tantas visitas a Tigre. Se trata de una cooperativa de trabajo de productores y productoras isleños del Delta del Paraná que agrupa proyectos y emprendimientos de tipo artesanal y familiar. “Este año tuve grandes cambios. Creo que uno los busca, al menos, es lo que me pasa a mí. Yo siempre uso la frase: ‘Los cambios son manifestaciones de energía’. Si bien los talleres me gustan mucho, también me demandan bastante por lo que en este momento estoy más dedicada a la producción, y así fue que me contacté con ellos”.

“Origen Delta es una cooperativa que tiene un local en la estación fluvial de Tigre y dos locales en el Puerto de Frutos. Hay 50 artesanos aproximadamente que trabajan con madera, caña, tejido, piedras de río, cuadernos, cestos, entre otras cosas. La mayoría de las personas que lo integran viven en las islas y llegan en lancha. Son artesanos que viven de la artesanía. Yo utilizo materiales de la zona como el junco o el mimbre. Por el hecho de ser una cooperativa pasan cosas lindas todo el tiempo: nuevos productos, asambleas, decisiones, ayuda mutua, logros personales y grupales. Para diciembre de 2022 se organizó un Festi-Taller para interactuar con la comunidad. Allí estuve enseñando a trabajar con esterillas de mimbre y roscas. En otro sector, los niños jugaban con juguetes e instrumentos musicales de caña. Hubo música, un taller de cerámica, degustación de brotes de bambú, desfile de ropa, lecturas. Pasaban diferentes cosas, todo el tiempo y al mismo tiempo. Fue maravilloso ver el interés y la integración de los visitantes. toda esa activdad es energía que circula y te nutre, te enriquece, te vas con el tonal bien alto, bien arriba".

En mayo de este año participó del Encuentro de Artesanos y Artesanas que se llevó a cabo en el Centro Cultural Ituzaingó. Allí estuvo a cargo de la charla ‘La Cestería botánica como artesanía sustentable’. "Fue un encuentro hermoso, con mucha gente. Van artesanos de Castelar, Ituzaingó, Morón y Merlo; y varios hablamos sobre nuestro trabajo. Yo expuse sobre la sustentabilidad porque en esta artesanía vos no estás, por ejemplo, cortando un árbol de ciruelo para hacer un canasto de ciruelo. Lo que estás haciendo es usar un residuo verde pero la planta sigue su curso. O sea, en otoño algunos árboles necesitan poda correctiva para que después crezcan mejor, más alto, con más fuerza. No lo que hacen, a veces, en la calle que los `mochan´.  Ahí, recala lo sustentable porque yo uso esa poda, no voy a comprar o trato de no hacerlo. Ahora en mi casa estamos haciendo una poda de glicinas y me tengo que sentar ahí a ver y a clasificar las ramas, ver cuáles me sirven, cuáles saco a la calle, cuáles van a la salamandra. Entonces, no voy a jorobar al árbol sino que éste está entregándome algo que no necesita ya para su ciclo vital. No lo quemo y lo utilizo”, detalló.

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Y, continuó: “Además, mis canastos resisten. El primero que hice, que tiene varios años, lo estoy mirando ahora y ¡está impecable! Se lavan con agua y un chorrito de detergente como sumergiéndolos, se enjuagan y se ponen a media sombra a que se sequen. Salvo que se apolillen, que es algo raro, son muy duraderos. Mi primer canasto es el símbolo de esto. Con otros que hice después, que no los uso o se quebraron porque se les cayó algo encima y me da pena tirarlos, los pongo en el jardín colgados de un árbol con una planta adentro y el tiempo se encarga de deteriorarlos, se van mojando y después, se van cayendo en pedazos y pasan a ser parte de la tierra. No tengo que ni siquiera tirarlos a la basura, quedan como abono. Es una actividad que me enamora”.

Objetos de guardado y otros con un fin más artístico fueron los últimos trabajos realizados por Betty Siri. En éstos, como en todas sus producciones, utilizó técnicas ancestrales y su propia creatividad. “Por un lado, estuve haciendo lo que sé que a la gente le va a servir como cajoncitos o canastos para guardar cosas. Y, por otro, estoy iniciando con calabazas y agujas de pino. Es un elemento de la Cestería botánica pero que no sirve para guardado, tiene que ver más con lo artístico, y la verdad, que eso me encanta. Es como para exponer o para ver las técnicas, que son todas ancestrales. Eso es lo lindo, no estoy inventando, yo diseño canastos pero aplico estas técnicas que, según estuve investigando, fueron de nuestros pueblos originarios. Ahora si yo le pongo un color más moderno o un material de mi jardín, ya le estoy dando otra cara”, concluyó.

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