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Rincón Literario
1 Dic 2023

La casa de María Rosa, por Alicia Gugliotti

Por: Taller Literario Anaquel, Biblioteca Popular 9 de Julio.
Alicia Gugliotti es maestra y vive en Castelar. Ser maestra es el oficio que eligió y que ejerció durante muchos años. Y buscando caminos para que sus estudiantes pudieran expresarse con autenticidad, aprendió mucho. Escribe cuentos y concurre al taller de Escritura Creativa Anaquel, de la Biblioteca Popular 9 de julio.
“BIENVENIDOS A LAS GLICINAS”, decía el cartel que nos recibió a la entrada del pueblo de cuya existencia no teníamos la menor noticia. El auto se averió justo allí y allí tuvimos que permanecer hasta solucionar el problema. Era de noche. Nos indicaron el “Hotel Familiar las Glicinas”. Era sencillo, atendido por sus dueños, gente muy amable.

La dueña, viendo nuestra cara de desasosiego, dijo:
- Ésta es una población rural. En el pueblo no hay mucho para ver… ya que no pueden seguir viaje, les recomiendo que no dejen de visitar “La casa de María Rosa”. Hay una guía que les contará una historia sorprendente.

Nos dio las indicaciones para llegar. Quedaba cerca. Unas pocas manzanas eran todo el pueblo.

A la mañana, salimos, curiosos, rumbo a la casa. La vimos enseguida. En una edificación de casas chatas, un monumento en la terraza, no puede pasar inadvertido.

- Buenos días, adelante.
Nos recibió la voz amable de la guía.
- Antes de mostrarles la casa de María Rosa que se ha acomodado de acuerdo al relato de los descendientes, que aún viven en el pueblo, quiero contarles algunas cosas que les permitirán apreciar mejor lo que verán. Aquí vivió una familia muy respetada, la familia Disanto, integrada por el matrimonio y sus tres hijos, María Rosa, Luciano y Micaela. Cuando falleció el padre y Micaela y Luciano se casaron, la casa era demasiado amplia para María Rosa y su mamá. “No quiero mudarme a ninguna parte, aunque fuera a un palacio”, fue la respuesta que María Rosa nunca dejó de repetir ante la menor insinuación. de venta o mudanza. Los hermanos se cansaron de insistir.

A partir de entonces, todo lo que se estropeaba quedaba tal cual, salvo que fuera algo imprescindible. Por aquí por favor. Observen las paredes descascaradas, las marcas de goteras, manchas de humedad… Todo fue quedando así. La casa casi llegaba al centenario y hubiera costado una fortuna acondicionarla. Los hermanos querían vender, con la intención de que ellas se mudaran a algo más cómodo. Inútil todo.  En aquel momento, el pretexto fue la madre: “Cómo la voy a sacar de acá, se va a enfermar…”- Dijo María Rosa con absoluta seguridad. La mamá murió a los noventa y siete años.

La presión familiar logró que María Rosa invirtiera sus reservas provenientes herencias familiares, en la compra de una moderna casa. De a poco, la fue amueblando… Iba casi todos los días, limpiaba, y volvía a lo que quedaba de su vieja casona. Esa ocupación y las visitas puntuales a cada uno de los especialistas médicos del Hospital, la mantenían muy atareada.

En la casa antigua, se fueron sucediendo los problemas; por ejemplo, la entrada de una rata. Solución: puertas cerradas, ladrillos y maderas en los umbrales que impedirían la visita no deseada, piso regado con cebos envenenados. Entrada prohibida a los sobrinos nietos. Observen los carteles, es la caligrafía original de María Rosa: CUIDADO VIDRIO ROTO, NO TOCAR CORTOCIRCUITO, NO PISAR HORMIGUERO, NO TOCAR VENENO…Los espacios anulados se multiplicaron. Se replegó en el comedor diario con su TV de borrosa visión.

La enorme mesa familiar siguió y sigue en su lugar; es la que están viendo.  Ella la usaba de armario, biblioteca o como se quiera llamar; allí tenía todo lo que necesitaba a diario. Pueden ver la vajilla, facturas a pagar o pagas, medicamentos, herramientas, artículos de tocador…Todo original. Esto pudo reconstituirse gracias al relato de los descendientes porque después de la gran lluvia, en mayo de 1981, nada quedó en su sitio.

Aquel año, una tormenta, de características inusuales, produjo un efecto casi trágico sobre la vieja casona. Adentro llovió tanto como afuera. María Rosa trabajó toda la noche, levantando lo que estaba sobre el piso para evitar su destrucción. Los hermanos acudieron a buscarlas. Sólo pudieron con su madre. A la mañana, la lluvia había redoblado su furia. La casa se volvió a inundar., María Rosa desesperada, fue a la terraza. Ni siquiera pudo avisar a su familia.

Las horas pasaron implacables, como la lluvia. Sus hermanos, ante la falta de respuesta a los llamados, vinieron.

Al doblar la esquina, los paralizó la vista de María Rosa sobre la terraza, los cabellos y las ropas al viento, de pie, empapada…
Era un mascarón de proa.

El hermano quiso subir a la terraza, pero se encontró con los peldaños de la escalera interior de madera, flotando en el living.
Llamaron a los bomberos.

- Con cuidado, apóyese en mi brazo …despacito…le dijo el bombero. María Rosa, muda y tiesa, parecía no entender la situación. Nunca bajó.

Y aquí viene lo inexplicable: La mujer permaneció de pie; ni el sol, ni el viento, ni nada, pudo hacerla caer. La gente dice que se convirtió en estatua. Muchos científicos y curiosos, han intentado una explicación. Parece petrificada. Lo cierto es que La Casa de María Rosa, atrae cada vez más visitas a Las Glicinas.

-¿Podemos subir?
- Lo siento; no está permitido.  La verán desde el jardín.

Si no conociéramos la historia, sería una estatua perfecta de un tono grisáceo parejo; las manos aferradas a la baranda de la terraza, los ojos vacíos y secos mirando al infinito, los cabellos desordenados por el viento…

Salimos de la casa con una rara sensación, entre la duda y el desasosiego…

                                                                                        ALICIA GUGLIOTTI


Alicia Gugliotti es maestra y vive en Castelar. Ser maestra es el oficio que eligió y que ejerció durante muchos años. Y buscando caminos para que sus estudiantes pudieran expresarse con autenticidad, aprendió mucho. Escribe cuentos y concurre al taller de Escritura Creativa Anaquel, de la Biblioteca Popular 9 de julio-
 Taller Literario Anaquel, Biblioteca Popular 9 de Julio

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