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Emprendedores
17 Abr 2010

Los 3 Hermanos, desde 1964 en Castelar

Hace 46 años Serafín, Antonio y José Campoy, sentaron las bases de un emprendimiento al que hoy se dedica toda una familia. Visitamos el clásico supermercado de Pedro Goyena y te contamos su historia.
La familia Campoy era de origen andaluz. En el año 1956, cinco de los ocho hermanos que componían la familia vinieron a Argentina y se instalaron en Gral Alvear, Mendoza, en la casa de su tío que tenía fincas. Allí se dedicaron a la fruta y la verdura que venían a vender acá a Buenos Aires. A los pocos años se fueron trasladando parte a Castelar y parte a Capital Federal. “Vinimos a Castelar no por consejo ni nada, fue una de esas cosas de la casualidad. Yo conseguí trabajo en el mercado Richy en las calles Vergara y Santamarina, y como empecé a conocer la zona me gusto y decidí instalarme. Me acuerdo que cuando yo vine la primera vez a la estación de Castelar, en el año 62, todos los colectivos que había paraban ahí donde paran los taxis en Timbues”. Así comienza la charla con José en la oficina, luego de habernos dado la bienvenida, tomar algunas fotografías y recorrer las instalaciones del negocio de Pedro Goyena al 2650.

¿Cómo comienza la historia del Mercado Los 3 Hermanos?
“Había que buscar un trabajo y yo estaba un poco empapado con el tema de las verduras y frutas porque había trabajado con mi tío. Y se me ocurrió poner una verdulería. Armamos un local muy lindo y nos transladamos, allá por 1964, a la esquina de Pedro Goyena y San Nicolás. Lo preparamos muy bien para que funcione, con estanterías y dibujos armados con frutas. No fue fácil, como todo. Siempre hicimos todo de a poco, y así fue como fuimos creciendo, en las buenas y en las malas. Comenzamos con un localcito alquilado y luego de mucho sacrificio a los 3 años pudimos comprar en lo que es hoy nuestro local en Goyena 2650. Hace 3 años fue la última gran reforma donde nos mudamos a un local al lado, donde instalamos un supermercado moderno, mucho más amplio y cómodo para todos. Hoy somos 10 personas trabajando”. Quien dice estas palabras es José Campoy, quien está actualmente al frente de la tienda y es el único de los 3 hermanos que sigue. “De los tres quede yo solo, uno se alejó hace unos 5 años, mi hermano Antonio, y se dedicó al campo, y el otro falleció. Nunca tuvimos sucursales, siempre tuvimos lo nuestro atendido por nosotros. No sé si fue malo o fue bueno pero al menos yo no estoy arrepentido. Siempre fuimos paso a paso, a lo seguro, sin endeudarnos, para poder dormir tranquilos. Y creo que en este momento todos estamos conformes”, explica José, sentado en la oficina desde donde monitorea con las computadoras y atiende las preguntas de los empleados. “Es un trabajo del que nunca te desconectás. No son 8 horas, tenés que estar todo el día. Acá te fuiste, y que te llaman por teléfono, o que te suena la alarma, que tenés que estar controlando las heladeras… etc. Si te fuiste del negocio no es porque terminaste las cosas. Por eso son tan necesarias las vacaciones y siempre tratamos de respetarlas para poder descansar un poco. Son la prioridad, porque sino no cortás nunca”, nos dice su hijo quien se une a la charla.

¿Cómo recuerda Castelar en los comienzos del mercado?
“Castelar cambió mucho. En ese momento no había muchas calles asfaltadas, Sarmiento era de tierra desde Carlos Casares hasta Santa Rosa. Gaona tampoco había sido pavimentada, lo que es hoy una autopista. Calculo que ni un 20% eran calles asfaltadas. En el centro de Castelar había pequeños negocios como Santa Anita en Arias y Carlos Casares, donde está ahora la farmacia Central Oeste, un almacén rosticería que tenia de todo y era muy antiguo. Después recuerdo el vivero Mario, la pizzería La Leonesa. El mercado Richy sobre Vergara. La primera heladería: Golfo di Napoli ubicada donde está ahora Malibú, era un loquero lleno de gente. También San Remo, donde siempre compro. Estaba Canguro, que fue uno de los primeros grandes mercados, vanguardista. Pero las grandes tiendas que empezaron en esa época fallaron. Aquí la gente como que no estaba acostumbrada, era más gente de barrio que iban al almacén y pedían fiado. Cosa que nosotros seguimos haciendo con los clientes de toda la vida.”.

¿A qué cree que se debió el éxito que tuvieron?
“El trato personalizado con la gente fue la clave. La relación con los clientes siempre fue muy honesta. Si vos venís a comprar y te faltó plata, bueno, después me la traes. Eso en un supermercado no existe. A medida que pasaron los años fueron cambiando muchas cosas, y nos fuimos adaptando como pudimos para no quedarnos atrás. Hoy somos los mismos de siempre, con las características de un supermercado grande pero los detalles en la atención no cambiaron. El saludar, el atender bien, el ser amable, el interesarse por la gente, llamarlos cuando es el cumpleaños, alcanzarles alguna atención para el día de la madre. Va a ser lo único que jamás vamos a modificar. Si tiene que evolucionar, será para mejor”, nos asegura con convencimiento Roberto, segunda generación de los Campoy, quien se pone al hombro muchas de las tareas detrás del negocio familiar.

¿Qué relación tuvo con los clubes de Castelar?
“Mi mujer siempre fue, junto con mi hijos, socia del Club Argentino de Castelar. Ahora es socia vitalicia, y participa de fiestas y reuniones con su grupo. Yo la acompaño algunas veces, pero nunca pertenecí al club ni tampoco practiqué algún deporte allí. El trabajo no me dejó (risas)”, bromea José, y Roberto nos cuenta las actividades que hacían: “A mi me encantaba la pileta, mi hermano hacia Básquet, jugó allí mucho tiempo. Y mi mamá gimnasia, con ‘Las chicas’, su grupo de amigas de Castelar, que siempre después de ejercitar se juntan en un café a engordar todo lo que bajaron (risas). Y se reúnen seguido en las casas, se hizo un grupo muy lindo, una camaradería muy buena. Y nosotros siempre íbamos a los bailes y los recitales. El club siempre fue el lugar de encuentro, de salida de la gente de acá. De ir con amigos a esperar que vaya la chica que te gustaba que iba al gimnasio, y estaba re buena, y ver si la veías después en el baile o el recital. Y después la historia se va repitiendo. El recital que dio Miranda, la lleve a mi hija, así que las generaciones continúan yendo al club. Porque en Castelar, la gente que vivió toda la vida en un mismo lado, con las características de una Ciudad-Pueblo que es ésta, va por la calle y se conocen todos. Y más con la relación con el negocio te saludan todos. ‘¡Uy Papá, basta de saludar!’, me dice mi hija. Pero me conocen todos. Y tenemos una trayectoria de muchos años de trabajo, de seriedad, de honestidad, de respeto y servicio. Entonces podemos ir por la calle tranquilos y saludar a todos”.

Tantos años han pasado que José ha conocido varias generaciones de clientes, y vio crecer a los niños que venían a comprar, y le ocurre que algunos de ellos entran al local y lo saludan, pero de tan cambiados que están no los puede reconocer. “Muchos ya tienen barba, y le tengo que preguntar: ‘¿Quién sos?’”.

“Los 3 Hermanos”, se identifican por la excelente calidad de sus productos, carnes, frutas, verduras y también fiambres, donde Alberto, que tiene 40 años trabajando en el lugar y es ya como de la familia, prepara unas picadas muy buenas. Entre las comidas para llevar, se destacan los clásicos lechones, cocinados en horno de barro, que se preparan especialmente para las fiestas de fin de año. Considerados “los mejores lechones de Castelar”, logran junto con otras comidas especiales, que el cliente vuelva por los productos, no importa los kilómetros que tenga q hacer. “Esta Navidad vino una señora que era de Castelar, y ahora vive en Colombia. Vinieron de vacaciones a visitar a la familia y estaban parando en Coronel Díaz y Santa Fe. Y viajaron hasta acá para buscar la comida, me encargaron todo. O también ocurre que hay gente que vivió acá toda la vida y luego se mudo a Capital. Y todos los sábados viene a visitar a la madre, y se lleva la carne para freezarla allá. Así como esos, tenemos muchísimos ejemplos”.

¿A partir de qué año incorporaron el servicio de delivery?
“Hace varios años. En los 90. Lo que pasa es que antes no se usaba. Muchas veces venía alguien, hacia las compras y no tenía cómo llevarlo, y se lo alcanzábamos. Luego empezó a incrementarse la demanda y hoy cada vez más. Ahora la gente llama por teléfono hace el pedido y se lo llevamos. O viene a comprar y no tiene cómo llevarlo. O sí tiene cómo llevarlo, pero igual te piden por favor si no se lo mandas.
Está la abuelita Luisa (92 años), que siempre llama y compra poquito. Tiene problemas de salud y no puede comer mucho por lo que la hija la tiene cortita. Entonces ella me llama, me hace el pedido y me dice además: ‘Y mandame en una bolsita, dos fetitas de jamón crudo, solamente dos. Porque mi hija no quiere’ y me cuenta también que se acuerda siempre de mi papá, en una época cuando en la familia estaban mal económicamente y él (José) le decía: ‘Lleve lo que necesite, y cuando puede me lo paga’ y doña Luisa me dice: ‘Eso yo lo valoro hasta el día de hoy, y hasta que me muera’”.

¿Qué personajes han pasado por aquí en estos años?
“Conocidos, ha venido a comprar muchas veces Choly Berreteaga, también Marcelo Longobardi, periodista que vivía cerca del Instituto West, muchos jugadores de fútbol como Claudio Borghi. También está Manolo, el personaje del barrio, que es guardabarrera y vive sobre la calle España. Su hermana y su mamá son clientes nuestros, ellos son los dueños de lo que es Solo Deportes, tenían una pizzería allí ‘La Leonesa’.

¿Cuál es el futuro del supermercado?
“Siempre seguir progresando. Ahora el siguiente paso es unir los dos locales, sumando el lugar donde inicialmente empezamos cuando fuimos propietarios, para darle mayor comodidad a nuestros clientes y poder exhibir mejor la mercadería.
Luego tener una página web, donde podamos implementar la compra virtual. De a poco ir adaptándonos a las nuevas tendencias del mercado. En este rubro no te podés quedar, tenés que competir permanentemente”.

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