"Historia de una calle" por Roberto Miotto
También pasaban por la calle los carros de la Panificadora, tocando la corneta, y el del recolector de residuos de la Municipalidad de Morón, que avisaba a los gritos. El hielero, Don Bellomo, con su viejo camioncito, llevaba al hombro pedazos de hielo, sobre un trozo de arpillera. El cartero, Don Micheli, cuyo hijo fue compañero mío en la Escuela 7, con su uniforme y gorra gris pizarra, nos traía las noticias de los parientes.
La familia Alonso eran los vecinos de enfrente, que lindaban con el predio de la familia Rath. A nuestro lado se encontraba la familia Vacarezza y del otro la familia Sampayo. Al lado del campito estaba la familia Bertolesi. Los Sampayo se mudaron a Tucumán y vendieron la casa a la familia Grossi, cuyos suegros eran Salvador Jaime y su señora Adela, que sufría de asma. Don Salvador era muy querido por los menores que defendía de los muchos problemas que les llevaban de sus vidas poco atendidas y estaba siempre dispuesto a solucionárselos de la mejor manera posible, sin esperar que nadie le reconociera su tarea.
Don Jesús Alonso Lago era el dueño de “La Carreta”, un hermoso chalet de aquel entonces, alguien muy querido por los vecinos que lo conocíamos y que, en más de una oportunidad, nos invitaba a participar de partidos de fútbol, ver TV en la época en que uno de esos aparatos era muy costoso y que solíamos compartir con Rómulo Carabio, Julio Fernández, Jorge y Carlos Bertolesi y muchos otros; participar de una fiesta de cumpleaños, cada familia en una mesa distinta, servida por mozos, aprovechando la glorieta y los jardines del patio de atrás, o invitarnos a subir a su coche con chofer, para viajar más cómodos a la Capital. Y es de recordar a sus hijos, Agustín, Eduardo y Cristina, el segundo, en aquellas noches tranquilas del barrio, entonar “Hay Humo en tus Ojos” con su bandoneón.
“Vacareza y su camión, hoy andan con zapatillas, mañana andarán con bastón”, rezaban unos carteles que se encontraban por todo Castelar a modo de promoción, por la compra del vehículo que harían funcionar nuestros vecinos durante años. Algo que se destacó como un sello de identidad de la familia fue el viejo molino que instaló Don Santiago, cuando se afincó en su chalet, que todavía se puede ver en Casares al 1200 y que sigue indicando la dirección del viento con su veleta.
Más tarde, la familia Botto terminó siendo nuestra vecina, después de la compra del terreno lindero de la familia Vacareza.
Y no podría dejar de citar al Club Argentino, que en una de sus inauguraciones de la temporada de pileta, tuvo como invitado a Luis Alberto Nicolao, que el 27 de abril de 1962 clavó los cronómetros en 57 segundos, batiendo dos veces la marca mundial estilo mariposa. O los bailes de Carnaval, compartiéndolos con la orquesta de los Happy Boys, con Carlos Poggi al piano y Eduardo Bandacari con el contrabajo.
Y otra historia sería recordar que, a poco más de 7km de la Estación, se encuentra el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que talvez no todos los castelarenses conozcan y donde se encuentra uno de los centros de investigaciones científicas y técnicas más importante del país.
Roberto Miotto